Caso
La Dra. Robles es especialista en medicina deportiva en una consulta de grupo en una importante zona urbana. Aunque algunos de sus pacientes compiten en deportes profesionales, también atiende a muchos atletas jóvenes. Es miembro activo de varias sociedades profesionales locales, y a menudo asiste a conferencias con sus colegas de medicina deportiva de todo el país.
Hoy, le piden que vea a Alison, de 18 años, una estudiante de último año de instituto y una prometedora jugadora de fútbol. Alison tiene una impresionante trayectoria como delantera centro, y su equipo está a punto de entrar en un campeonato nacional. Alison cree que su rendimiento en esta competición también puede influir en las becas que espera que le ofrezcan cuando entre en la universidad el próximo curso.
Cuando la Dra. Robles entra en la habitación, ve que Alison está obviamente incómoda, sujetando una bolsa de hielo en la rodilla. Tras un breve historial y un examen físico, la Dra. Robles concluye que Alison se ha lesionado el ligamento cruzado anterior (LCA). Dice que Alison no puede practicar un deporte de corte y pivote como el fútbol con una rodilla con déficit de LCA porque podría arriesgarse a sufrir más daños irreversibles en el cartílago articular y los meniscos.
Alison se inclina hacia delante. «Entiendo lo que dices, pero los campeonatos están en juego. Tengo que jugar en este partido. El colegio no me dejará jugar sin una nota del médico.»
La doctora Robles niega con la cabeza y dice: «No puedo recomendar que vuelvas a jugar con tu lesión de rodilla.»
Alison piensa un momento y luego pregunta: «Bueno, ¿y si escribe una nota al colegio diciendo que, aunque no recomienda que juegue, ya soy legalmente mayor de edad y acepto los riesgos que me ha explicado. Entonces puedo jugar con una rodillera y toda la responsabilidad recae sobre mí».
La Dra. Robles se queda sorprendida, pero rápidamente recupera la compostura y vuelve a insistir en sus recomendaciones conservadoras. Alison repite su sugerencia: que la Dra. Robles escriba una nota en la que explique que está bien que Alison decida jugar o no, siempre y cuando asuma la responsabilidad de jugar con la rodilla lesionada. El Dr. Robles se pregunta si Alison entiende las implicaciones a largo plazo de un mayor daño en su rodilla.
Comentario
La ética médica está implicada en casi todas las decisiones que toma un médico. Afortunadamente, la mayoría de las decisiones son sencillas y están motivadas por el deseo de ayudar al paciente. Si se administra el antibiótico adecuado, o se recomienda y ejecuta el procedimiento quirúrgico correcto, no hay conflictos. Los problemas surgen cuando los principios éticos entran en conflicto.
Los cuatro principios éticos más importantes en la ética médica occidental son el respeto a la autonomía, la beneficencia, la no maleficencia y la justicia . El respeto a la autonomía es el respeto a un paciente como tomador de decisiones; una persona adulta en su sano juicio tiene derecho a tomar decisiones sobre su cuerpo. La beneficencia es la obligación de hacer el bien en nombre del paciente. La no maleficencia es la obligación de evitar dañar al paciente. Y la justicia es la equidad en la distribución de los recursos sanitarios, así como el respeto a la ley.
Este caso demuestra la tensión entre los principios éticos de autonomía y no maleficencia. La autonomía se refiere de nuevo al principio de que una persona adulta en su sano juicio tiene derecho a tomar decisiones sobre el tratamiento de su cuerpo. Su núcleo es el respeto a la dignidad del paciente y su capacidad para elegir el mejor tratamiento. Cuando se determina que la beneficencia tiene más peso que el respeto a la autonomía, lo llamamos paternalismo, es decir, la idea de que el médico más educado y capacitado toma decisiones en nombre del paciente para favorecer sus intereses.
Alison es una persona mayor de edad en su sano juicio que considera que lo mejor para ella es jugar al fútbol aunque tenga un desgarro del ligamento cruzado anterior. Ella entiende claramente que jugar con un LCA roto la pone en riesgo de sufrir más lesiones, ya que ella misma afirma que asumirá los riesgos de ese posible escenario. Para ella, jugar en un partido de alto nivel podría tener muchos beneficios, tal vez becas universitarias e incluso un futuro en el deporte profesional. En los últimos años hemos visto a deportistas profesionales tomar este tipo de decisiones, como cuando el mariscal de campo Philip Rivers jugó un partido de la Liga Nacional de Fútbol Americano con una conocida rotura del LCA . Pero la Dra. Robles, consciente de la no maleficencia, duda en dejar la decisión en manos de Alison, porque le preocupa que ésta se dañe aún más la rodilla -sufrir un daño- y que ella, la Dra. Robles, haya permitido que esto ocurra. La no maleficencia triunfa sobre el respeto a la autonomía. Un ejemplo extremo sería el de un paciente que solicita la amputación de una pierna sana. Dañar al paciente no es permisible sólo porque el paciente lo desee y esté en su sano juicio.
Si Alison desea jugar en contra de los consejos médicos, puede hacerlo con su departamento deportivo. Sin embargo, el Dr. Robles no debería autorizarla a hacer deporte. Además, Alison está pidiendo a la doctora Robles, en efecto, que engañe en su capacidad profesional. La sociedad y los pacientes depositan su confianza en los médicos porque esperan que éstos sean, entre otras cosas, veraces, y engañar -incluso indirectamente- violaría esta confianza. La Dra. Robles no puede controlar lo que Alison hace después de salir de la consulta, pero su obligación como médico es informar a Alison de los riesgos de jugar con una rodilla con déficit de LCA y aconsejarle que no juegue.