Anticolinesterasa, cualquiera de varios fármacos que impiden la destrucción del neurotransmisor acetilcolina por la enzima acetilcolinesterasa dentro del sistema nervioso. La acetilcolina actúa para transmitir los impulsos nerviosos dentro del sistema nervioso parasimpático, es decir, la parte del sistema nervioso autónomo que tiende a inducir la secreción, a contraer los músculos lisos y a dilatar los vasos sanguíneos. Al impedir la destrucción de la acetilcolina, la anticolinesterasa permite que se acumulen niveles elevados de este neurotransmisor en los lugares de su acción, estimulando así el sistema nervioso parasimpático y, a su vez, ralentizando la acción del corazón, reduciendo la presión arterial, aumentando la secreción e induciendo la contracción de los músculos lisos.
La fisostigmina y la neostigmina se encuentran entre los principales anticolinesterásicos. Estos fármacos tienen sólo unos pocos usos clínicos, principalmente en el aumento de las contracciones gástricas e intestinales (en el tratamiento de las obstrucciones del tracto digestivo) y en el aumento de las contracciones musculares en general (en el tratamiento de la miastenia gravis). Los fármacos anticolinesterásicos más utilizados en la clínica son los que inhiben la acetilcolinesterasa en el cerebro. La aplicación más útil de estos agentes es el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, en la que la reducción de la transmisión de acetilcolina contribuye a la neuropatología de la enfermedad. Cuando se inhibe la descomposición de la acetilcolina, los niveles del neurotransmisor pueden volver a ser casi normales, y la degeneración de las neuronas -y por tanto la degeneración de la capacidad cognitiva- se ralentiza. Los agentes que se han desarrollado con este fin son el donepezilo, la tacrina y la galantamina. Sin embargo, los efectos secundarios potencialmente peligrosos de estos fármacos han limitado su uso. Por ejemplo, la toxicidad hepática causada por la tacrina ha restringido su disponibilidad por prescripción. Además, aunque se descubrió que el donepezilo, comercializado como Aricept, beneficia marginalmente a algunas personas con la enfermedad de Alzheimer de inicio temprano, su uso se ha limitado principalmente a individuos con la enfermedad en fase avanzada, para quienes los beneficios superan los riesgos de los efectos secundarios.
Muchos anticolinesterásicos, cuando se administran en grandes dosis, son gravemente tóxicos, logrando sus efectos al causar una estimulación continua del sistema nervioso parasimpático. Así, el paratión y el malatión son insecticidas agrícolas muy eficaces, mientras que el sarín, el tabún y el somán son gases nerviosos diseñados para su uso en la guerra química para inducir náuseas, vómitos, convulsiones y la muerte en los seres humanos.