Bolas de naftalina: Una breve historia y guía de uso

El cuidado de la ropa ha evolucionado con el tiempo a medida que las tendencias y la tecnología cambian la forma en que limpiamos, conservamos y protegemos nuestras prendas. Las bolas de naftalina tienen un pasado histórico como una forma de insecticida creada para evitar que las polillas devoradoras de ropa dañen las prendas que se guardan en los cajones de casa.

¿Qué son las bolas de naftalina?

Si alguna vez ha desdoblado un jersey a principios de otoño para encontrarlo plagado de agujeros de hambrientas larvas de polilla, no es difícil entender por qué existen las bolas de naftalina.

Las polillas y los escarabajos de la alfombra adoran todo lo que esté hecho de fibras naturales, (piense: su jersey de lana favorito) porque es un lugar para depositar sus larvas y garantizar que sus crías tengan una primera comida abundante. (También son grandes fans de la caspa y el pelo de las mascotas, por lo que es importante limpiar bien tu ropa antes de guardarla.)

Dado que es casi imposible encontrar y eliminar las larvas de la ropa, la forma más eficiente y efectiva de asegurarse de que tu ropa sigue de una pieza cuando la desempaques es añadir unas cuantas bolas de naftalina entre las prendas que se van a guardar durante un mes o más. Las bolas de naftalina emiten un vapor venenoso que mata a cualquier larva que pueda haberse subido a tu ropa, eliminando así la posibilidad de que el tejido esté masticado.

¿Veneno, dices? Suena arriesgado.

Bueno, sí… si eres una polilla. Hay una forma correcta y una forma segura de usar las bolas de naftalina, así que sigue leyendo


Cómo usar correctamente las bolas de naftalina:

1. Para la ropa que no piensa usar durante un mes o más, colóquela en un recipiente cerrado, como un contenedor de plástico o una bolsa de plástico para la ropa (lo más hermético posible). Hacer esto mantiene los vapores de las bolas de naftalina concentrados en los artículos previstos para erradicar las larvas de los insectos.

  • No es necesario utilizar bolas de naftalina para los artículos sintéticos, ya que los insectos prefieren las fibras naturales.

2. Utilice guantes de goma para manipular las bolas de naftalina (son mucho más grandes que las larvas de los insectos, pero el veneno es el veneno). Lea el envase para determinar cuánta cantidad de esta marca concreta de bola de naftalina debe utilizar, y coloque la cantidad especificada entre su ropa.

3. Cuando esté listo para volver a usar sus artículos almacenados, desempaquete su ropa en un área bien ventilada. Airee su ropa durante un par de días y luego lávela según la etiqueta de cuidado.

Una breve historia de las bolas de naftalina

A principios del siglo XIX, ciertos químicos comenzaron a experimentar con el alquitrán de hulla purificado y las propiedades odoríferas que caracterizaban a esta sustancia blanca, cerosa y sólida. Hacia 1821, un químico llamado John Kidd estandarizó la producción de esta sustancia química, que hoy conocemos como naftalina. Poco después, el famoso científico Michael Faraday, padrino de la teoría electromagnética moderna, identificó la fórmula molecular del naftaleno, lo que afianzó aún más su notoriedad en la comunidad científica.

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La experimentación con naftalina continuó durante las siguientes décadas, y finalmente se desarrolló otra sustancia después de que se descubriera que la quema de naftalina generaba llamas significativamente grandes. Gracias a esta experimentación se conoció un segundo ingrediente activo de las bolas de naftalina: el paradiclorobenceno. Esta nueva sustancia generaba un vapor similar al de la naftalina, lo que la convertía en un pesticida eficaz cuando se utilizaba en las condiciones adecuadas.

Juntos, estos dos productos químicos representan los ingredientes activos de las bolas de naftalina tal y como los conocemos hoy en día, gracias a los años de experimentación en el siglo XIX de varios científicos dedicados.

Además, la confianza en las bolas de naftalina como elemento clave para el cuidado y la conservación de la ropa ha comenzado a desaparecer, gracias a la proliferación de tres lujos que se dan fácilmente por sentado:

  1. Calor central y aire acondicionado
  2. Materiales sintéticos para las prendas
  3. Control de plagas en el hogar

Gracias a la calefacción central y al aire acondicionado, las ventanas y puertas de las casas pueden permanecer cerradas, lo que reduce la probabilidad de que las polillas y sus larvas devoradoras de ropa encuentren el camino hacia su armario. Pero antes de que los sistemas de climatización fueran comunes, la mayoría de los hogares recurrían al flujo de aire natural para regular la temperatura en el interior, lo que traía consigo el aumento de las posibilidades de que las plagas disfrutaran de la valiosa ropa para comer.

Además, a medida que el aumento de los materiales sintéticos como el nailon, el polietileno y el poliéster eclipsa la presencia de fibras naturales como el algodón, la lana y la seda en el armario, es menos probable que las polillas busquen la ropa como fuente de alimento. Afortunadamente para nosotros, las polillas y sus larvas no se alimentan de materiales sintéticos.

Por último, otros métodos de control de plagas en el hogar han superado la eficacia de las bolas de polilla, lo que significa que las polillas y otras plagas se eliminan incluso antes de que lleguen a los lugares en los que guardas tu ropa.

La desaparición progresiva del protagonismo de las bolas de polilla como última línea de defensa en tu armario puede representar el último capítulo de la interesante historia de esta sustancia maloliente y sublimadora. Al repasar la historia de la naftalina, una cosa está clara: el cuidado de la ropa es importante, y los científicos seguirán innovando nuevas formas de preservar y proteger nuestras prendas.

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