Si vas a preparar un plato tan importante como el puré de patatas para las fiestas, definitivamente querrás hacerlo bien. Piensa en algo esponjoso, cremoso y complaciente, nunca en algo pastoso, pegajoso o, lo peor de todo, pegajoso.
Todo comienza con la selección de la patata: ya sea una con alto contenido de almidón, como una russet de piel dura, o cerosa (como una patata amarilla de piel fina). Mis favoritas son las Yukon Gold, que tienen un sabor mantecoso y una consistencia cremosa. Pélelas antes de cocinarlas, ya que de lo contrario estarán demasiado calientes para manejarlas. Hervirlas hasta que estén blandas pero no se deshagan en la olla. Una vez cocidas, elimine completamente la humedad restante, ya que deben estar lo más secas posible antes de triturarlas.
Ahora viene la parte importante. Para evitar un desastre gomoso y excesivamente almidonado, tritura las patatas cuando estén secas pero aún calientes, y no utilices un procesador de alimentos o una batidora; estos aparatos tienden a triturar demasiado las patatas, creando una consistencia almidonada indeseable. Si ya te has pasado con el robot de cocina y no tienes tiempo de arreglar el desastre pegajoso, gratínalo: extiende una fina capa en una fuente de horno; cubre con mantequilla, queso y pan rallado; y hornea para formar una tapa crujiente.