Contenidos compulsivos – La proporción áurea y la secuencia de Fibonacci en el arte

A un matemático italiano de finales del siglo XI se le atribuye el mérito de haber traído a Europa el sistema numérico árabe y, muy pronto, su secuencia epónima, la combinación de números que se graduaban a partir de la suma de sus dos números anteriores (por ejemplo, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, etc.). Esta idea, que se remonta al Renacimiento italiano, permitía a los más inclinados a ver la secuencia numérica como un patrón que se asemejaba a una concha, algo que equivalía a una proporción muy agradable desde el punto de vista estético.

Su forma de concha se ha extendido maravillosamente en muchos fenómenos que ocurren naturalmente y, como tal, ha sido adoptada en muchas piezas artísticas famosas, quizás la más en la Mona Lisa. Muy relacionado con la proporción áurea, también conocida como la proporción divina, puede observarse en las flores, el rostro humano, la magnífica geomería de la alcachofa en flor y la proporción de abejas melíferas macho y hembra presentes en su árbol genealógico (es decir, cuántas hembras y machos están presentes en la ascendencia de una abeja en particular). En muchos sentidos, parece desafiar la explicación y, por ello, ha adoptado el apelativo de «rivina» con el que muchos se refieren a ella.

No tardaron los artistas, sobre todo aquellos tan versados en el enfoque multidiscplinario que el arte clásico y renacentista anunciaba en su momento, en darse cuenta de que este principio, si es tan agradable como lo es en todos los demás aspectos de la vida, debería figurar también en sus pinturas. Adoptando este principio con vigor, los artistas de la época incorporaron este principio matemático a sus representaciones artísticas e ideas de la época.

Los arquitectos y los músicos lo utilizan en sus propias creaciones y escalas y, al igual que la frecuencia «dorada» de 432 Hz -la frecuencia en la que las señales de audio resuenan con más fuerza en nuestro cuerpo-, es un fenómeno físico más que nos une intrínsecamente a nuestro entorno natural, algo que tiene una cualidad casi inexplicable que, si bien se puede explicar, no se puede entender realmente. También es algo que ha dado lugar a algunas de las obras de arte más importantes de la historia de la humanidad.

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