Cuando la paleontóloga Mary Schweitzer encontró tejido blando en un rexfósil de tiranosaurio, su descubrimiento planteó una pregunta obvia: ¿cómo pudo sobrevivir el tejido tanto tiempo? El hueso tenía 68 millones de años, y la sabiduría convencional sobre la fosilización es que todos los tejidos blandos, desde la sangre hasta el cerebro, se descomponen. Sólo las partes duras, como los huesos y los dientes, pueden convertirse en fósiles. Pero para algunas personas, el descubrimiento planteó una pregunta diferente. ¿Cómo saben los científicos que los huesos tienen realmente 68 millones de años?
El conocimiento actual de las edades de los fósiles proviene principalmente de la datación radiométrica, también conocida como datación radiactiva. La datación radiométrica se basa en las propiedades de los isótopos. Se trata de elementos químicos, como el carbono o el uranio, que son idénticos excepto por una característica clave: el número de neutrones en su núcleo.
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Los átomos pueden tener un número igual de protones y neutrones. Sin embargo, si hay demasiados o muy pocos neutrones, el átomo es inestable y va desprendiendo partículas hasta que su núcleo alcanza un estado estable. Piensa en el núcleo como una pirámide de bloques de construcción. Si intentas añadir bloques adicionales a la pirámide de los lados, puede que se mantengan durante un tiempo, pero acabarán cayendo. Lo mismo ocurre si quitas un bloque de uno de los lados de la pirámide, haciendo que el resto sea inestable. Con el tiempo, algunos de los bloques pueden caer, dejando una estructura más pequeña y estable.
El resultado es como un reloj radiactivo que hace tictac a medida que los isótopos inestables se descomponen en estables. No se puede predecir cuándo un átomo inestable específico, o padre, se descompondrá en un átomo estable, o hija. Pero sí se puede predecir el tiempo que tardará un gran grupo de átomos en desintegrarse. La vida media del elemento es la cantidad de tiempo que tarda la mitad de los átomos padres de una muestra en convertirse en hijas.
Para leer la hora de este reloj radiactivo, los científicos utilizan un dispositivo llamado espectrómetro de masas para medir el número de átomos padres e hijos. La proporción entre padres e hijas puede indicar al investigador la antigüedad de la muestra. Cuantos más isótopos progenitores haya, y menos isótopos hijos, más joven será la muestra. La vida media del isótopo que se mide determina su utilidad para datar muestras muy antiguas. Una vez que todos los progenitores se han convertido en hijas, ya no hay base de comparación entre los dos isótopos. Los científicos no pueden saber si el reloj se detuvo hace unos días o millones de años. Esto significa que los isótopos con una vida media corta no servirán para datar huesos de dinosaurio.
La vida media corta es sólo una parte del problema cuando se datan huesos de dinosaurio: los investigadores también tienen que encontrar suficientes átomos padres e hijos para medirlos. Siga leyendo para ver lo que se necesita para datar un fósil y lo que la ceniza volcánica tiene que ver con ello.
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