Qué es el Efecto Pigmalión
El efecto Pigmalión es cuando el rendimiento de un individuo está influenciado por las expectativas de los demás. En otras palabras, las expectativas más altas conducen a un mayor rendimiento. Sin embargo, el efecto Pigmalión se refiere específicamente a cómo nuestras expectativas de los demás afectan a nuestro comportamiento hacia ellos. A su vez, esto puede contribuir a un mayor rendimiento.
Por ejemplo, la profesora del colegio, la señora Dolety, espera que su alumno, Toby, lo haga bien en los exámenes. Esas expectativas influyen en su comportamiento en lo que se conoce como efecto Pigmalión. Puede que pase más tiempo con Toby explicándole un tema. O bien, puede proporcionar una mayor retroalimentación cuando se le presenta una respuesta incorrecta.
En comparación, la retroalimentación a las respuestas incorrectas presentadas por otros se espera y, por lo tanto, se presenta poca retroalimentación. Esto puede deberse a que las expectativas de los demás estudiantes son bajas. Se espera que obtengan la respuesta incorrecta. Así que se considera más importante que el estudiante con potencial reciba un trato más favorable.
Puntos clave
- Nuestras expectativas pueden influir en la forma en que tratamos a las personas, lo que puede influir en sus propias expectativas de sí mismos.
- Las bajas expectativas pueden significar que tratamos a las personas de manera diferente a las que tienen altas expectativas.
- Se crea una profecía autocumplida. Las bajas expectativas crean un entorno negativo que genera un bajo rendimiento. Mientras que las altas expectativas crean un entorno positivo y alentador que genera un alto rendimiento.
Historia del efecto Pigmalión
El efecto Pigmalión fue descubierto por Robert Rosenthal en su estudio de 1964. Se conoce también como el Efecto Rosenthal, pero Rosenthal bautizó el descubrimiento en honor a la escultura mitológica griega Pigmalión.
Según la mitología griega, el escultor se enamoró de la estatua de marfil de una mujer que hizo, y los dioses le dieron vida para que se casara con ella. Sus expectativas ayudaron a dar vida a la estatua, lo que encaja con el efecto Pigmalión. Nuestras expectativas tienen el poder de cambiar la realidad.
Experimento del efecto Pigmalión
En 1964, Robert Rosenthal formuló la hipótesis de que la realidad puede verse influida positiva o negativamente por nuestras expectativas sobre los demás. Rosenthal argumentó que tales expectativas podían crear profecías autocumplidas por las que las expectativas negativas conducen a un rendimiento negativo. A su vez, las expectativas negativas no hacen más que reforzarse, y el individuo sigue recibiendo un trato desfavorable.
Rosenthal llevó a cabo su experimento en una única escuela primaria de California. Cada alumno realizó un examen que fue diseñado como un simulacro de prueba de coeficiente intelectual. Tras el examen, las puntuaciones no se revelaron a los profesores, pero se les comunicaron los nombres de cada uno de los niños de los que se decía que eran «florecientes intelectualmente».
Una vez transcurrido el curso escolar, se pidió a los niños que volvieran a realizar el test. Todos los estudiantes obtuvieron una puntuación más alta, pero hubo un aumento notable en los sujetos de la prueba. Los ‘intellectual bloomers’ fueron los que más progresaron, siendo los alumnos de primero y segundo curso los que mostraron los avances estadísticos más significativos.
El estudio concluyó que las expectativas eran un factor que contribuía a los resultados de los alumnos, especialmente de los más pequeños. Rosenthal creía que incluso factores sutiles, como el estado de ánimo o la actitud del profesor, podían afectar a los alumnos.
Además, había una tendencia de los profesores a prestar más atención a los «florecientes intelectuales», a los que trataban de forma diferente, aunque sutil. Esto ocurría a través de factores como una mayor atención y una retroalimentación más profunda.
Rosenthal resumió posteriormente el efecto Pigmalión como «el fenómeno por el cual la expectativa de una persona sobre el comportamiento de otra llega a servir como una profecía autocumplida» (American Psychologist, Nov. 2003, p. 839).
Cómo funciona el efecto Pigmalión
Según Rosenthal, el efecto Pigmalión funciona como una profecía autocumplida. Se puede ver que funciona de forma circular:
1. Las creencias y expectativas de las personas afectan a su comportamiento. Las creencias y expectativas de las personas afectan a sus acciones hacia los demás.
2. Esas acciones repercuten en las creencias y expectativas que otras personas tienen como verdaderas sobre sí mismas.
3. Esas creencias repercuten luego en la actuación de los demás.
4. La creencia inicial y las expectativas de los demás se verifican.
Esto nos lleva de nuevo a 1, donde las acciones empiezan a reforzarse.
Ejemplos del efecto Pigmalión
El efecto Pigmalión tiene su origen en la historia de Pigmalión. Por ejemplo, en la obra griega ‘Pigmalión’, hizo una estatua de su mujer ideal. Su creencia era tan real que una vez que la besó, se dice que ella cobró vida y vivieron juntos el resto de sus vidas.
Otro ejemplo más real se puede ver en el béisbol. Por ejemplo, el entrenador de un equipo de béisbol, Tim, recluta a dos nuevos jugadores, Ryan y Sam. Ryan se parece a uno de los ídolos de béisbol del entrenador de los años ochenta. Por lo tanto, tiene grandes expectativas para él.
En cambio, Sam es un chico delgado que no parece que pueda anotar muchas carreras. Ya tiene pocas expectativas sobre él.
A medida que pasan las semanas, Tim se toma más tiempo para intentar ayudar a Ryan con su técnica mientras Sam se sienta en la esquina. A Ryan se le llena constantemente de elogios, mientras que a Sam se le ignora. Parece que Ryan es el «chico de oro».
Al comenzar la temporada, lleno de confianza y orientación, Ryan batea su primer jonrón y hace ganar al equipo el partido. Por el contrario, Sam, que estaba lleno de temor y dudas sobre sí mismo se ponchó enseguida.
Cómo utilizar el Efecto Pigmalión
El Efecto Pigmalión se extiende más allá del entorno tradicional de las aulas. También se extiende hacia el mundo empresarial y otros escenarios de liderazgo. Es por esta misma razón que el efecto Pigmalión es una parte crucial del entorno empresarial y de obtener lo mejor de los empleados y estudiantes por igual.
1. Ser consciente de las expectativas
El efecto Pigmalión es cuando nuestras expectativas de los demás afectan a nuestro comportamiento hacia ellos. Si primero reconocemos su existencia, podemos adaptar nuestros pensamientos y acciones.
Es importante darse cuenta cuando tenemos expectativas diferentes. Si lo hacemos, el simple hecho de ser conscientes puede ayudarnos a evitar proactivamente las acciones negativas. Así, en lugar de detectar debilidades en las personas, podemos fijarnos en los aspectos positivos y en su potencial.
Podemos tomar conciencia de cuándo nuestras expectativas están dando lugar a acciones negativas. Por ejemplo, podemos gritar a alguien de quien podemos tener pocas expectativas. En estos ejemplos, es importante reconocerlo e intentar evitar que se repita.
2. Identificar los rasgos positivos
A veces podemos tener bajas expectativas para los demás y no hay forma de evitarlo. Ya sea un compañero, un delegado, un amigo o cualquier otra persona. Pueden parecer completamente incompetentes. Es por ello que puede ser difícil esperar mucho de ellos, lo que puede, a su vez, influir en nuestras acciones.
Si podemos identificar y comunicar algunos rasgos positivos, podemos ser capaces de elevar las expectativas. A su vez, éstas pueden impulsar a los demás y potencialmente alcanzar su potencial que antes no podíamos prever.
Desde famosos jugadores de fútbol hasta el béisbol, pasando por la actuación, ha habido miles que han superado las expectativas. Por eso es importante que identifiquemos esos rasgos que podemos pasar por alto.
3. Crear retos
Cuando alcanzamos una meta, sentimos una sensación de logro. Los empleados pueden crecer con una sensación de empoderamiento para alcanzar metas ambiciosas. Si se les plantea un reto, no sólo pueden superar sus propias expectativas sino también las de ellos.
Si establecemos tareas que creemos que pueden estar por encima de lo que esperamos de ellos y les animamos a que puedan hacerlo, pondrán todo de su parte. Cuando se esperan expectativas altas, solemos hacer todo lo posible por cumplirlas.
4. Lenguaje positivo
Tanto si crees que alguien es capaz como si no, menospreciarlo no ayudará. Decir cosas como ‘No estoy seguro de que puedas hacer esto’ o ‘Puedes intentarlo’, puede ser tomado negativamente. Este tipo de frases enfatizan la falta de confianza y las bajas expectativas.
Al halagar a los demás e identificar los puntos fuertes que han mostrado, podemos crear expectativas positivas para ellos. A su vez, esto puede influir en nuestras propias acciones. Al centrarnos en sus atributos positivos, también se crea un mayor nivel de expectativas. Esto puede convertirse en una profecía positiva autocumplida.
5. Proporcionar retroalimentación
Ya sea un estudiante, un empleado o cualquier otra persona, es importante proporcionar retroalimentación procesable. Una de las fallas que se dan con el efecto Pigmalión es la falta de consideración y esfuerzo que se le da a quienes tienen bajas expectativas. Bajo el efecto, puede que no nos dediquemos a dar ningún tipo de feedback porque «no tiene sentido», o «no serán capaces de hacer nada».
En lugar de pensar en los «y si» o en si el feedback sería de utilidad, es importante al menos dar una oportunidad. En lugar de dejar que nuestras expectativas se conviertan en una realidad, dale a la persona la oportunidad de mejorar, desarrollarse y demostrar que estás equivocado.
Algunos ejemplos pueden ser, las revisiones o la formación de los empleados, o el feedback individual.