J. Marion Sims (1813-1883) suele ser considerado el fundador de la ginecología quirúrgica moderna. Ampliamente conocido y respetado durante su vida, fue honrado tras su muerte con una estatua erigida en el Bryant Park de Nueva York. Posteriormente se trasladó a Central Park, donde permaneció hasta 2018, cuando fue retirada tras las persistentes protestas públicas por su presencia. La controversia surgió por la percepción del logro más famoso de Sims: el desarrollo de la primera cura quirúrgica fiable para la fístula vesicovaginal, una complicación catastrófica del parto obstruido prolongado, que era común en el siglo XIX. Sims desarrolló su técnica quirúrgica operando a un grupo de mujeres afroamericanas esclavizadas con fístulas entre 1846 y 1849. Los ataques modernos a Sims se basan más en una repugnancia presentista por la institución de la esclavitud que en una comprensión clara de lo que Sims hizo realmente en el contexto de su tiempo y lugar. Los críticos modernos atacan sus cirugías «experimentales», la falta de «consentimiento informado» de los pacientes y el hecho de que Sims no utilizara anestesia durante la cirugía de la fístula. Ninguna de estas críticas tiene en cuenta el carácter atroz de las lesiones que habían recibido estas mujeres, el sufrimiento que les causaba su condición, la falta de un tratamiento «estándar» eficaz para las fístulas en aquella época, las limitaciones sociales y legales a las que se enfrentaban los médicos que trataban a las esclavas, o la incierta y problemática historia inicial de la anestesiología. Aunque la «indignación retrospectiva» puede ser emocionalmente satisfactoria, no ilumina el pasado ni nos ayuda a entender la difícil toma de decisiones en cirugía, sea cual sea el momento o el lugar.