Callada y orgullosa, la capital uruguaya está llena de secretos gourmet, culturales e históricos. Conócela.
Siempre que se habla de Río de la Plata, automáticamente pensamos en Buenos Aires, sin pensar que al sudeste del otro lado del río, se encuentra Montevideo, capital de Uruguay. En línea recta estas ciudades están separadas por unos 200 kilómetros y si bien están hermanadas geográfica y culturalmente, encierran diferencias sustanciales. Al contrario de la exuberancia de la capital Argentina, Montevideo es más bien recatada y discreta, una metrópoli con poco menos de un millón y medio de habitantes que encierra una experiencia grata.
De rostro amable, aunque algo taciturno, Montevideo no deja de recordar a cada paso personajes como Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti o Alfredo Zitarrosa, quienes hasta hace pocos años caminaron y se mezclaron entre su gente, bares y restaurantes, sus bolichitos desprolijos y sus ramblas interminables. Entrañable y nostálgica, la ciudad parece siempre tener algo de antiguo, no por nada, uno de sus lugares emblemáticos es la Ciudad Vieja, que se encuentra en el poniente de la capital. Empieza tu recorrido en este barrio.
Ciudad Vieja
Si te paras en la Plaza de la Independencia, justo debajo del caballo de Artigas, hacia el frente podrás ver el Palacio Salvo, ubicado en la calle 18 de julio y edificado en 1928 que se ha convertido en la construcción más representativa de Montevideo. Al sur de la plaza, en un inmueble de 1826 está albergado el Teatro Solís, sede de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de Montevideo donde se presentan obras de teatro, óperas, recitales de danza, conciertos de música clásica y popular, además de una amplia oferta cultural. Hacia la parte trasera de la escultura ecuestre podrás contemplar la Puerta de la Ciudadela, último vestigio de la muralla que siglos atrás protegiera a la ciudad de posibles invasiones, y que es la entrada simbólica a la Ciudad Vieja, barrio otrora deslucido por el paso de los años que hoy renace como centro de las actividades culturales y nocturnas. Bares, boliches y restaurantes se disputan el espacio con librerías, galerías y tiendas especializadas. Su paseo principal es diariamente recorrido por turistas y locales mate en mano y termo bajo el brazo mientras van a almorzar o caminando hacia sus casas después del trabajo; esta actividad es muy peculiar de los montevideanos quienes beben mate todo el día y en cualquier lugar.
El paseo por la Ciudad Vieja por sí mismo es toda una experiencia, pero además hay lugares que no debes perderte como: el mercado de los sábados, donde encontrarás artesanías, antigüedades y arte local; las vinerías como Esencia Uruguay, donde podrás adquirir bombones y bocaditos de chocolate, algunos tan especiales como el chocolate relleno de tanat diseñado especialmente para la tienda, prueba el delicioso dulce de leche y sorpréndete con la variedad de vinos locales; el lugar es atendido por su dueña, Estrella Baña quien podrá recomendarte una buena botella de entre las 300 etiquetas que maneja (prueba un buen tanat, uva que Uruguay ha adoptado y que es parte imprescindible de la gastronomía local).
En esta misma zona, recorre las librerías como Más puro verso, ubicada en un hermoso edificio de principios del siglo XX donde, además de libros, en las noches se presentan actividades culturales en vivo: lecturas de poesía, conciertos de tango y jazz, entre otros. Si buscas recuerdos para los amigos y la familia, en frente de la librería hay una sucursal de Manos del Uruguay, tienda de artesanías y tejidos locales administrada como cooperativa, todos los objetos y productos en venta están firmados por su creador y dicen el lugar donde fueron confeccionados.
Por último (pero primero en importancia) visita el Café Brasilero, que desde 1877 es un referente obligado de la cultura montevideana. Su atmósfera cargada del estilo Art Nouveau es habitualmente frecuentada por personalidades como Eduardo Galeano. Mario Benedetti, quien fuera retratado en una de sus mesas por Eduardo Longoni, fue uno de sus más asiduos clientes.
Montevideo centro
El centro es un lugar imprescindible en la vida urbana. Es, básicamente, una zona comercial, en sus calles principales deambulan cientos de personas durante el día, pero después de las seis de la tarde que el ajetreo disminuye, se puede disfrutar de la zona. La calle principal, 18 de julio, atraviesa gran parte de Montevideo y está llena de lugares interesantes. De Poniente a Oriente se ubican varios teatros, cineclubes y museos, la oferta cultural es muy extensa y de excelente calidad, entre otros lugares podemos destacar la Sala Zitarrosa situada en el Edificio Rex de estética modernista y sede de espectáculos musicales y audiovisuales. En el teatro El Galpón se presentan obras de teatro de producción local y teatro independiente. Explora la Plaza de la Libertad, el edificio Sorocabana, la Biblioteca Nacional y la Universidad de la República, no te arrepentirás.
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Punta carretas y Pocitos
Punta Carretas es un barrio residencial típicamente montevideano situado en la punta sur y rodeado de grandes parques. Esta zona está repleta de pequeños boliches y restaurantes, casi en cada calle se puede encontrar una verdadera joya, pero requieres mucha atención ya que la mayoría de los locales están en las casas y a veces escapan a la mirada de los turistas. La variedad es amplia: desde el típico asado, comida italiana, comida mexicana hasta pequeñas tiendas gourmet Il Duomo, donde los locales compran las pastas diseñadas y confeccionadas por Gonzalo Núñez, quien lleva tres años experimentando con nuevos sabores como cordero a la mostaza o provolone y pera con canela.
Pocitos es la zona más lujosa de Montevideo y también la más moderna. Este barrio, localizado a orillas del Río de la Plata, se caracteriza por una arquitectura de edificios de apartamentos que bordean la costa. Uno de los mayores atractivos es la playa (que lleva el mismo nombre); durante el verano se llena de personas que vienen de toda la ciudad para disfrutar del sol y de las aguas del río que en esta parte, debido a su cercanía con el Océano Atlántico, se tornan más claras y limpias.
Ambos barrios están rodeados por varios kilómetros de ramblas, avenidas que separan la ciudad de la playa y son perfectas para caminar, correr o andar en bicicleta. La hermosa vista, por un lado, del Río de la Plata y, por otro, de Montevideo, hacen de éste un paseo obligado en cualquier estación del año y a cualquier hora del día.
Mercado del puerto
Ahora que si de comer se trata, no dejes de visitar el Mercado del Puerto, un complejo gastronómico especializado en el asado uruguayo, ubicado al extremo poniente de la Ciudad Vieja, en la rambla 25 de agosto. Este mercado ofrece las mejores carnes de la capital, y pese a su apariencia turística, es uno de los lugares preferidos de los montevideanos para pasar las fiestas de fin de año. Al entrar puedes observar varios locales que exhiben enormes cortes, pregunta por la especialidad del lugar, cada uno tiene la propia, pero en general el churrasco, el asado de tira y la pulpa son lo mejor. Si logras deshacerte de prejuicios, tómate un medio y medio, es la bebida típica y consiste en media copa de champagne y media de vino blanco. Pero no te preocupes, nadie lo sabrá, al fin y al cabo es el único lugar en donde lo sirven. Ah, pero ten cuidado, porque después de beber un par de medio y medio, sumado a medio kilo de carne no estarás en tus cabales.