Una enfermedad autoinmune es aquella en la que el sistema inmunitario del cuerpo se vuelve contra sus propios tejidos (auto es un prefijo griego que significa «yo»). Hay una serie de enfermedades que entran en esta categoría, como el lupus, la artritis reumatoide, la psoriasis o la enfermedad de Crohn.
Muchos investigadores médicos consideran que la esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune. En la EM, los ataques se dirigen contra el revestimiento graso de mielina que rodea y aísla las células nerviosas (un proceso denominado desmielinización), lo que da lugar a lesiones. También se dañan los oligodendrocitos, que son células productoras de mielina, y las fibras nerviosas.
Algunos investigadores, sin embargo, consideran que la EM es una enfermedad «inmunomediada», porque todavía no se ha identificado el antígeno preciso, o la sustancia (normalmente proteínas), que desencadena que el sistema inmunitario produzca anticuerpos contra el sistema nervioso central (SNC).
El sistema inmunológico
El sistema inmunológico es la defensa del cuerpo contra las enfermedades e infecciones (inmune viene de la palabra latina immunis, que significa libre o intacto). Está formado por diferentes órganos, células y proteínas, cada uno de los cuales desempeña una función específica para protegernos de virus, bacterias y sustancias extrañas. Estas funciones incluyen:
- Neutralizar patógenos como virus, bacterias, parásitos u hongos, y eliminarlos del organismo.
- Reconocer y neutralizar sustancias extrañas y dañinas del entorno.
- Luchar contra las células malignas implicadas en el cáncer, u otras células modificadas debido a la enfermedad.
- El sistema inmunitario lucha contra un agente infeccioso (e.g., un virus) que imita o se parece a las células cerebrales y nerviosas (un evento llamado mimetismo molecular).
- El sistema inmunitario se dirige efectivamente a las células cerebrales no sanas
- El sistema inmunitario ha comenzado a identificar las células cerebrales normales como invasores extraños
- Entender cómo funcionan los componentes del sistema (células T, células B y anticuerpos).
- Identificar nuevas dianas para las terapias, especialmente las que se dirigen a partes específicas para no afectar a gran parte del sistema inmunitario.
- Identificar qué sustancias o procesos están detrás de los daños en los axones nerviosos
- Identificar los agentes que activan y desactivan los ataques inmunitarios
El sistema inmunitario es increíblemente complejo, sólo superado por el sistema nervioso. Puede activarse para defenderse de patógenos ya conocidos y almacenados en su «memoria», lo que permite una respuesta inmunitaria rápida. Al mismo tiempo, sabe reconocer sus propias células, para no actuar contra sí mismo.
Sin embargo, los problemas surgen si una sustancia extraña se parece demasiado a su «yo», a sus propios tejidos, y es ignorada – o si el sistema inmunitario lee mal sus tejidos y los toma como invasores extraños. En las enfermedades autoinmunes, el sistema inmunitario activa una defensa contra sus tejidos, ya sean células nerviosas (EM), articulaciones (artritis reumatoide) o la piel (esclerodermia), dañando lo que está siendo atacado.
El sistema inmunitario en la EM
Aún no se conoce la causa precisa de la EM. Pero hay pocas dudas de que el sistema inmunitario contribuye a dañar el revestimiento de mielina de las fibras nerviosas (axones), así como los propios axones y los cuerpos de las células nerviosas.
Los investigadores sugieren estas tres posibilidades como razones detrás de dichos ataques:
Aunque la tercera posibilidad ha sido durante mucho tiempo la explicación preferida, investigaciones recientes sugieren que las dos primeras desempeñan un papel en la EM, posiblemente por una ruptura de la barrera cerebro-sangre que pone al sistema inmunitario en contacto con el cerebro por primera vez.
Los linfocitos y los macrófagos son tipos de glóbulos blancos producidos por el sistema inmunitario como agentes protectores. Circulan por la sangre y atraviesan la barrera hematoencefálica, una barrera protectora diseñada para evitar que las células transmitidas por la sangre u otras sustancias crucen al sistema nervioso central y dañen el cerebro, los nervios ópticos y la médula espinal.
De alguna manera, este sistema se rompe en la EM, y los glóbulos blancos (linfocitos y macrófagos) atraviesan la barrera para comenzar sus ataques a la vaina de mielina que rodea las fibras nerviosas. Otros glóbulos blancos inmunitarios, conocidos como células T, también se activan por razones desconocidas y se vuelven contra las proteínas del sistema nervioso central, causando inflamación, secretando sustancias químicas que dañan los axones nerviosos y reclutando otras células inmunitarias dañinas.
Tratamiento de la EM: En busca de dianas del sistema inmunitario
Para entender la EM y frenar la progresión de la enfermedad, es necesario comprender mejor cómo está implicado el sistema inmunitario en la enfermedad.
Las investigaciones actuales se centran en estas áreas:
La Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple y otros grupos de defensa de los pacientes están apoyando una serie de estudios. Uno de estos estudios identificó un grupo de proteínas, conocido como complemento, que puede estar implicado en la pérdida de conexiones nerviosas (sinapsis) en la zona del cerebro asociada a la memoria.
Otro estudio se centró específicamente en los macrófagos y en lo que podría desencadenar sus ataques dañinos. En este estudio, los investigadores que trabajaban en un modelo de ratón de la enfermedad fueron capaces de diferenciar entre macrófagos «buenos» y «malos», un hallazgo que, si se respalda en futuras investigaciones, podría dar lugar a tratamientos que se dirijan sólo a los macrófagos destructivos o «malos», preservando más la capacidad del sistema inmunitario para proteger de la enfermedad y limitando al mismo tiempo el daño producido en la EM.
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