Galactosemia clásica y variante clínica
La galactosemia clásica y la variante clínica son trastornos genéticos metabólicos poco frecuentes. El paciente con galactosemia clásica es portador de mutaciones deletéreas en ambas copias de su gen GALT, de modo que su sangre no muestra esencialmente actividad GALT residual detectable. El paciente con la variante clínica de la galactosemia también es portador de mutaciones deletéreas en ambas copias de su gen GALT, pero una o ambas mutaciones dejan una pequeña cantidad de actividad GALT residual. En la gran mayoría de los casos, las mutaciones de GALT en la galactosemia clásica y en la variante clínica se heredan de modo que ambos padres de un niño afectado son portadores. Hay raras excepciones. A veces se describe a los pacientes con galactosemia clásica como si tuvieran la composición genética «G/G». Cuando una persona que no tiene galactosemia consume alimentos que contienen lactosa (por ejemplo, productos lácteos como la leche, el queso o la mantequilla), su cuerpo descompone la lactosa en galactosa y glucosa, y luego metaboliza ambos azúcares. El cuerpo humano también es capaz de producir galactosa «endógena». Cuando una persona con galactosemia consume alimentos que contienen lactosa o galactosa, no es capaz de metabolizar completamente la galactosa, por lo que ésta puede acumularse en sus células y tejidos. La galactosa que se sintetiza en el cuerpo también puede acumularse. Otras moléculas derivadas de la galactosa, como la galactosa-1-fosfato (Gal-1P), el galactitol y el galactonato, también pueden acumularse en las células y tejidos de los pacientes con galactosemia, especialmente si consumen altos niveles de lactosa o galactosa en la dieta. Sin tratamiento, la galactosemia clásica y la variante clínica son trastornos potencialmente letales. Si un bebé afectado sigue bebiendo leche, puede desarrollar síntomas que progresan en días desde ictericia, vómitos y diarrea, hasta enfermedad hepática y retraso en el desarrollo, y finalmente hasta sepsis por E. coli, que puede ser mortal.
El diagnóstico se realiza normalmente en las primeras semanas de vida en el seguimiento del cribado neonatal, que es un análisis de sangre a partir de un pinchazo en el talón que se ofrece a todos los recién nacidos en Estados Unidos y muchos otros países. El tratamiento de la galactosemia clásica o de la variante clínica requiere la exclusión inmediata y estricta de la lactosa/galactosa de la dieta del bebé. Esto se suele conseguir cambiando al bebé de la leche materna o de una fórmula a base de leche a una fórmula baja en galactosa, como la de soja o la elemental. Sin embargo, incluso con un diagnóstico precoz y una cuidadosa restricción de la lactosa/galactosa en la dieta, los pacientes con galactosemia clásica y variante clínica siguen teniendo un mayor riesgo de sufrir complicaciones a largo plazo que incluyen retrasos en el habla y el lenguaje, en la motricidad fina y gruesa y en discapacidades específicas de aprendizaje o cognitivas y de comportamiento. Algunos pacientes experimentan muchas de estas complicaciones; otros no. La insuficiencia ovárica primaria o prematura también es muy común entre las niñas y mujeres con galactosemia clásica y variante clínica. Existe un diagnóstico prenatal mediante pruebas genéticas o bioquímicas.