Historia geológica

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Aunque su impresionante grandeza y belleza son los principales atractivos del Gran Cañón, quizá su aspecto más vital y valioso radique en la escala temporal de la historia de la Tierra que se revela en las rocas expuestas de las paredes del cañón. Ningún otro lugar de la Tierra puede compararse con el Gran Cañón en cuanto a su extenso y profundo registro de acontecimientos geológicos. Sin embargo, el registro del cañón dista mucho de ser continuo y completo. Hay inmensas lagunas temporales; muchos millones de años no se contabilizan, debido a las lagunas en los estratos que se produjeron bien por la eliminación de grandes cantidades de materiales por la erosión, bien por la escasa o nula deposición de materiales. Así, formaciones rocosas de edades considerablemente diferentes están separadas sólo por una delgada superficie distinta que revela la vasta inconformidad en el tiempo.
Resumiendo brevemente, la historia geológica de los estratos del cañón es la siguiente. Las rocas cristalizadas, retorcidas y contorsionadas no estratificadas del desfiladero interior en el fondo del cañón son granito y esquisto del Arcaico de más de 2.500 millones de años. Sobre estas rocas tan antiguas hay una capa de calizas, areniscas y pizarras del Proterozoico de más de 540 millones de años. Encima de ellas hay estratos de roca paleozoica compuestos por más calizas, pizarras de agua dulce y areniscas cementadas que forman gran parte de las paredes del cañón y representan un periodo de depósito que se extiende durante más de 300 millones de años. Sobre estas rocas, en el registro geológico ordinario, debería haber una gruesa secuencia de rocas mesozoicas (de unos 250 a 65 millones de años de antigüedad), pero las rocas que datan de la Era Mesozoica en el Gran Cañón han sido totalmente erosionadas. No obstante, las rocas mesozoicas se encuentran en el sur de Utah, donde forman restos de colinas precipitadas y terrazas de acantilados de color bermellón, blanco y rosa. De origen relativamente reciente son las láminas superpuestas de lava negra y los conos volcánicos que se encuentran a pocos kilómetros al sureste del cañón y en el oeste del Gran Cañón propiamente dicho, algunos de los cuales se estima que han estado activos en los últimos 1.000 años. (Véase también la serie del Gran Cañón.)


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El aspecto más significativo del medio ambiente que es responsable del cañón se pasa por alto con frecuencia o no se reconoce. Si no fuera por el clima semiárido de los alrededores, no existiría el Gran Cañón. El lavado de las laderas por las lluvias habría eliminado las paredes del cañón, la topografía escalonada habría sido excavada hace mucho tiempo, las esculturas distintivas y las estructuras rocosas multicolores no podrían existir, el Desierto Pintado al sureste del cañón a lo largo del Pequeño Río Colorado habría desaparecido, y el pintoresco Valle de los Monumentos al noreste, cerca de la frontera con el estado de Utah, sólo tendría unos cuantos montículos redondeados.