Todo esto es una gran noticia, y estamos más que contentos de deshacernos de la laboriosa tarea de pelar de todos modos, pero una ventaja de guardar las pieles de las patatas es que pueden tener un sabor increíblemente bueno. La piel de una patata asada, salada y crujiente a la perfección, es una revelación. Dejar las pieles finas y finas en el puré de Yukon Gold añade un toque rústico y delicioso de encanto y puede curar todos tus antojos de comida casera. Y no te olvides de los nachos de boniato con piel, cubiertos con pavo molido y verduras frescas. ¿Y qué pasa si la piel puede tener un aspecto extraño y a veces estar cubierta de tierra? De acuerdo, nadie quiere comer patatas de aspecto raro y sucio.
La arenilla, los crecimientos y, lo que es peor, las toxinas, no tienen cabida en estas delicias culinarias. El primer paso para tener unas patatas limpias es lavarlas y fregarlas bien bajo el grifo de agua fría, utilizando un cepillo o un paño de cocina para eliminar la suciedad. Simply Recipes dice que, si la patata tiene brotes pequeños y nudosos, hay que quitarlos con un cuchillo. Si la piel o la pulpa de una patata blanca tiene un tinte verde, corta esa parte para evitar ingerir algo tóxico. Cooking Light explica que el tinte verde indica la acumulación de una toxina llamada solanina, que puede causar dolores de cabeza, náuseas y fatiga si se consume. Una vez que las patatas estén limpias y sin brotes o manchas de color verde, estás listo para cocinar las patatas de tus sueños, con piel y todo.