Durante los últimos años de la década de 1940 y los primeros de la de 1950, la perspectiva de la subversión comunista en el país y en el extranjero parecía aterradoramente real para mucha gente en Estados Unidos. Estos temores llegaron a definir -y, en algunos casos, a corroer- la cultura política de la época. Para muchos estadounidenses, el símbolo más perdurable de este «miedo rojo» fue el senador republicano de Wisconsin Joseph R. McCarthy. El senador McCarthy pasó casi cinco años tratando en vano de desenmascarar a los comunistas y otros «riesgos de lealtad» de la izquierda en el gobierno de Estados Unidos. En el ambiente hipersospechoso de la Guerra Fría, las insinuaciones de deslealtad bastaban para convencer a muchos estadounidenses de que su gobierno estaba repleto de traidores y espías. Las acusaciones de McCarthy eran tan intimidatorias que poca gente se atrevía a hablar en su contra. No fue hasta que atacó al Ejército en 1954 que sus acciones le valieron la censura del Senado de Estados Unidos.
La Guerra Fría
En los años posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial, los acontecimientos en el país y en el extranjero parecieron demostrar a muchos estadounidenses que la «amenaza roja» era real. En agosto de 1949, por ejemplo, la Unión Soviética hizo explotar su primera bomba atómica. Ese mismo año, las fuerzas comunistas declararon la victoria en la Guerra Civil China y establecieron la República Popular China. En 1950, el ejército de Corea del Norte, apoyado por los soviéticos, invadió a sus vecinos prooccidentales del sur; en respuesta, Estados Unidos entró en el conflicto del lado de Corea del Sur.
Al mismo tiempo, el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes (conocido como HUAC), dirigido por los republicanos, comenzó una campaña decidida para extirpar la subversión comunista en el país. Los objetivos del HUAC incluían a los izquierdistas de Hollywood y a los liberales del Departamento de Estado. En 1950, el Congreso aprobó la Ley de Seguridad Interna McCarran, que exigía que todos los «subversivos» de Estados Unidos se sometieran a la supervisión del gobierno. (El presidente Truman vetó la ley -dijo que «se burlaría de nuestra Carta de Derechos»- pero una mayoría del Congreso anuló su veto.)
Joseph McCarthy y el auge del macartismo
Todos estos factores se combinaron para crear una atmósfera de miedo y temor, que resultó ser un entorno propicio para el auge de un anticomunista acérrimo como Joseph McCarthy. En aquel momento, McCarthy era un senador de primer mandato por Wisconsin que había ganado las elecciones en 1946 tras una campaña en la que criticó el hecho de que su oponente no se alistara durante la Segunda Guerra Mundial, a la vez que enfatizaba sus propias hazañas en tiempos de guerra.
En febrero de 1950, en una comparecencia en el Club Republicano de Mujeres del Condado de Ohio en Wheeling, Virginia Occidental, McCarthy pronunció un discurso que le impulsó a la fama nacional. Agitando un papel en el aire, declaró que tenía una lista de 205 miembros conocidos del Partido Comunista que estaban «trabajando y dando forma a la política» en el Departamento de Estado.
Al mes siguiente, un subcomité del Senado inició una investigación y no encontró pruebas de ninguna actividad subversiva. Además, muchos de los colegas demócratas y republicanos de McCarthy, incluido el presidente Dwight Eisenhower, desaprobaron sus tácticas («No me meteré en la cuneta con este tipo», dijo el presidente a sus ayudantes). Aun así, el senador continuó con su campaña de provocación a los rojos. En 1953, al comienzo de su segundo mandato como senador, McCarthy fue puesto a cargo del Comité de Operaciones Gubernamentales, lo que le permitió lanzar investigaciones aún más amplias sobre la supuesta infiltración comunista en el gobierno federal. En una audiencia tras otra, interrogó agresivamente a los testigos en lo que muchos llegaron a percibir como una flagrante violación de sus derechos civiles. A pesar de no haber ninguna prueba de subversión, más de 2.000 empleados del gobierno perdieron sus puestos de trabajo como resultado de las investigaciones de McCarthy.
«¿No tiene usted sentido de la decencia, señor?»
En abril de 1954, el senador McCarthy se dedicó a «desenmascarar» la supuesta infiltración comunista en los servicios armados. Mucha gente había estado dispuesta a pasar por alto su incomodidad con el macartismo durante la campaña del senador contra los empleados del gobierno y otras personas que consideraban «élites»; ahora, sin embargo, su apoyo comenzó a disminuir. Casi de inmediato, el aura de invulnerabilidad que había rodeado a McCarthy durante casi cinco años empezó a desaparecer. Primero, el Ejército minó la credibilidad del senador al mostrar pruebas de que había intentado conseguir un trato preferente para sus ayudantes cuando fueron reclutados. Luego llegó el golpe fatal: la decisión de emitir las audiencias «Ejército-McCarthy» en la televisión nacional. El pueblo estadounidense vio cómo McCarthy intimidaba a los testigos y ofrecía respuestas evasivas cuando era interrogado. Cuando atacó a un joven abogado del Ejército, el abogado jefe del Ejército tronó: «¿No tiene usted sentido de la decencia, señor?». Las audiencias del Ejército-McCarthy impresionaron a muchos observadores como un momento vergonzoso en la política estadounidense.
La caída de Joseph McCarthy
Para cuando las audiencias terminaron, McCarthy había perdido a la mayoría de sus aliados. El Senado votó para condenarlo por su conducta «inexcusable», «reprensible», «vulgar e insultante», «impropia de un senador». Conservó su puesto pero perdió su poder, y murió en 1957 a la edad de 48 años.