El tiempo mental y el tiempo del reloj son dos cosas totalmente diferentes. Fluyen a ritmos diferentes.
El paso cronológico de las horas, los días y los años en los relojes y calendarios es un fenómeno constante y medible. Sin embargo, nuestra percepción del tiempo cambia constantemente, dependiendo de las actividades que realicemos, de nuestra edad e incluso del descanso que tengamos. Un artículo publicado próximamente en la revista European Review por el profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de Duke, Adrian Bejan, explica la física que hay detrás de los cambios en la percepción del tiempo y revela por qué los años parecen pasar volando cuanto más envejecemos. (El artículo, enviado a Quartz por su autor, ha sido revisado por pares, editado y ha sido aprobado para su publicación, pero aún no se ha fijado una fecha.)
Bejan está obsesionado con el flujo y, básicamente, cree que los principios de la física pueden explicarlo todo. Ha escrito mucho sobre cómo los principios del flujo en la física dictan y explican el movimiento de conceptos abstractos, como la economía. El año pasado, ganó la medalla Benjamin Franklin del Instituto Franklin por «sus pioneras contribuciones interdisciplinarias… y por la teoría constructiva, que predice el diseño natural y su evolución en los sistemas de ingeniería, científicos y sociales».
En su último trabajo, examina la mecánica de la mente humana y cómo ésta se relaciona con nuestra comprensión del tiempo, proporcionando una explicación física a nuestro cambio de percepción mental a medida que envejecemos.
El ojo de la mente
Según Bejan -que revisó estudios anteriores en una serie de campos sobre el tiempo, la visión, la cognición y el procesamiento mental para llegar a su conclusión- el tiempo, tal y como lo experimentamos, representa los cambios percibidos en los estímulos mentales. Está relacionado con lo que vemos. A medida que cambian el tiempo de procesamiento físico de las imágenes mentales y la rapidez de las imágenes que captamos, también lo hace nuestra percepción del tiempo. Y en cierto sentido, cada uno de nosotros tiene su propio «tiempo mental», sin relación con el paso de las horas, los días y los años en los relojes y calendarios, que se ve afectado por la cantidad de descanso que tenemos y otros factores. Bejan es la primera persona que mira el paso del tiempo a través de esta lente particular, dice a Quartz, pero sus conclusiones se apoyan en los hallazgos de otros científicos que han estudiado el proceso físico y mental relacionado con el paso del tiempo.
Estos cambios en los estímulos nos dan una sensación de paso del tiempo. Escribe:
El presente es diferente del pasado porque la visión mental ha cambiado, no porque suene el reloj de alguien. El «tiempo del reloj» que une todos los sistemas de flujo vivo, animados e inanimados, es medible. El período día-noche dura 24 horas en todos los relojes, relojes de pared y campanarios. Sin embargo, el tiempo físico no es el tiempo de la mente. El tiempo que tú percibes no es el mismo que el que percibe otro.
El tiempo sucede en el ojo de la mente. Está relacionado con el número de imágenes mentales que el cerebro encuentra y organiza y con el estado de nuestro cerebro a medida que envejecemos. Cuando envejecemos, la velocidad a la que se perciben los cambios en las imágenes mentales disminuye debido a varias características físicas que se transforman, como la visión, la complejidad del cerebro y, más adelante en la vida, la degradación de las vías que transmiten la información. Y este cambio en el procesamiento de las imágenes hace que la sensación de tiempo se acelere.