Los humanos modernos podrían tener más ADN neandertal del que se pensaba

Los neandertales y los primeros humanos comparten un ancestro común que se originó en África, pero evolucionaron como especies separadas hace cientos de miles de años. Cuando el Homo sapiens surgió en África hace unos 300.000 años, los ancestros neandertales ya vivían en Europa y Asia desde hacía unos 100.000 años.

Los grupos de Homo sapiens no abandonaron el continente africano en gran número hasta hace unos 60.000 años, aunque mucho antes se produjeron migraciones más pequeñas hacia Eurasia. Los científicos sospechan que las poblaciones de Homo sapiens podrían haber viajado de ida y vuelta al continente africano en varias ocasiones, pero las pruebas de tales retornos son escasas.

Miles de artefactos físicos y fósiles -desde herramientas hasta esqueletos casi completos- nos dicen ahora que los primeros humanos acabaron viviendo cerca de sus primos neandertales en Europa y Asia durante al menos unos cuantos miles de años. En la última década, un creciente conjunto de pruebas genómicas demuestra que las especies se cruzaron -incluso hace 37.000 años- antes de que los neandertales se extinguieran. Anteriormente, los científicos estimaban que los neandertales aportaban entre el uno y el cuatro por ciento del ADN de las personas con ascendencia europea o asiática.

Dado que los neandertales evolucionaron fuera de África, los científicos suponían que su ADN no aparecería en los genomas de las poblaciones africanas modernas. En estudios anteriores sólo se había encontrado un 0,02 por ciento de ADN neandertal en los genomas de los africanos modernos.

Sin embargo, una nueva investigación publicada la semana pasada en Cell da la vuelta a esa suposición con un nuevo y revolucionario hallazgo: Las personas con ascendencia africana tienen en realidad cerca de un 0,5 por ciento de ADN neandertal en su genoma. El estudio también descubrió que el ADN neandertal constituye aproximadamente el 1,7 y el 1,8 por ciento de los genomas europeos y asiáticos, respectivamente.

Este sorprendente descubrimiento de la herencia, sin embargo, no demuestra que los neandertales y los antiguos africanos se cruzaran directamente, informa Maya Wei-Haas para National Geographic. Más bien, puede aportar pruebas de que las poblaciones de los primeros humanos fueron a Europa, se aparearon con los neandertales y luego regresaron a África, apareándose con las poblaciones africanas que nunca habían salido.

«Nuestro trabajo pone de manifiesto cómo los humanos y los neandertales interactuaron durante cientos de miles de años, con poblaciones que se dispersaron fuera y volvieron a África», explica el autor del estudio Joshua Akey, genetista de la Universidad de Princeton, a Bruce Bower en Science News.

Akey y sus colegas no fueron los primeros en proponer la idea de la herencia neandertal en las poblaciones africanas. Otros grupos han planteado la hipótesis de que las primeras migraciones dentro y fuera de África podrían haber mezclado el ADN neandertal en las poblaciones humanas del continente, explica Svante Pääbo, genetista del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva que no participó en el estudio, en una entrevista con George Dvorsky de Gizmodo. Pero estas teorías fueron difíciles de sostener cuando se publicó el primer genoma neandertal en 2010 y no se encontraron tales firmas en los genomas africanos modernos, según National Geographic.

Sin embargo, los genomas africanos han sido poco estudiados durante mucho tiempo. La abrumadora mayoría de las investigaciones genéticas siguen realizándose en personas de ascendencia europea, un sesgo que ignora científicamente vastas franjas de la población humana moderna. Los linajes africanos son tan poco conocidos que los genetistas pueden haber comprometido involuntariamente sus resultados con suposiciones incorrectas, explica Akey en una entrevista por correo electrónico con Gizmodo. Los métodos anteriores para encontrar secuencias neandertales en el ADN humano moderno, dice, comparaban los genomas con los de las poblaciones africanas, que se creía que tenían poco o ningún contenido neandertal, para buscar discrepancias. Este método probablemente sesgó las estimaciones finales de ADN neandertal en las poblaciones africanas modernas.

Para descubrir rastros de ADN neandertal en los genomas modernos de forma más exhaustiva, Akey y sus colegas desarrollaron un nuevo método para identificar casos pasados de mestizaje, en parte comparando directamente las secuencias genéticas modernas con las de los restos neandertales. A continuación, aplicaron su técnica a los genomas de 2.504 individuos de todo el mundo, entre los que se encontraban personas de ascendencia asiática oriental, europea, sudasiática, americana y africana.

El método identificó 17 millones de pares de bases en los genomas africanos como neandertales, mientras que encontró que los genomas europeos contenían 51 millones de pares de bases de ADN neandertal y las poblaciones asiáticas con 55 millones. (El genoma humano está formado por 3.000 millones de pares de bases.) Y cuando el equipo comparó los tres grandes grupos, descubrió que las firmas neandertales en los genomas africanos se parecían más a las de los europeos que a las de los asiáticos orientales.

La imagen final que surge es la de múltiples migraciones entre África y Eurasia, con los primeros humanos dando el salto intercontinental posiblemente varias veces. El genetista de la Universidad de Búfalo Omer Gokcumen, que no participó en el estudio, dice a Carl Zimmer del New York Times que los resultados modifican nuestra percepción actual de la historia humana.

«Casi como una telaraña de interacciones, en lugar de un árbol con ramas distintas», dice Gokcumen.

David Reich, un genetista de la Escuela de Medicina de Harvard que no participó en el estudio, no está del todo convencido de la teoría de la telaraña, señalando que el flujo de genes de vuelta a África parece «una señal realmente débil», dice al New York Times.
Cuando la migración fuera de África alcanzó su punto álgido hace entre 10.000 y 60.000 años, subconjuntos de este grupo regresaron a África en los últimos 20.000 años, mezclando la herencia neandertal en los genomas humanos del continente, sugiere Akey.

Pero también es posible, propone Akey, que un grupo aún más temprano de humanos modernos saliera de África hace 200.000 años y se apareara con neandertales al llegar a Europa, informa el New York Times. Por tanto, cuando los humanos modernos volvieron a salir durante el pico de la migración, los neandertales ya tenían un poco de ADN de Homo sapiens en su genoma. (Esta hipótesis quizá esté respaldada por un controvertido estudio publicado en 2019 sobre un cráneo que situaría a los humanos modernos en Grecia hace unos 210.000 años, apunta National Geographic.)

Sin embargo, el nuevo estudio hace pensar a Reich que fue posible una salida más temprana de África, dice al New York Times. «Estaba indeciso al respecto, pero este trabajo me hace pensar que es correcto», afirma.

¿Podríamos descubrir más adelante que los humanos modernos tienen aún más ascendencia neandertal de lo que creemos? John Hawks, paleoantropólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison que no participó en el estudio, dice a National Geographic que ciertamente lo cree. Explica que el genoma neandertal utilizado en este análisis procedía de un espécimen encontrado en Siberia, que probablemente no formaba parte de la población que se mezclaba directamente con los humanos modernos que abandonaban -o regresaban- a África.

Además, el equipo sólo tomó muestras de un número limitado de poblaciones africanas modernas, y no pueden decir de forma concluyente si sus resultados se aplican a todas las personas con ascendencia africana. Por ello, los nuevos hallazgos exigen más estudios en estas poblaciones, que siguen siendo ignoradas por la mayoría de las investigaciones genéticas, dice Sarah Tishkoff, genetista de la Universidad de Pensilvania que no participó en el estudio, en una entrevista con Science News.

Más investigaciones añadirán inevitablemente aún más complejidad. Pero como dice Akey a National Geographic, resultados como estos -aunque no siempre simples- siguen apuntando a la historia compartida de la humanidad. Ese mensaje, al menos, es fácil de entender.

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