Talia es la protagonista de un cuento italiano de 1634 escrito por Giambattista Basile. Lo que hace que esta obra sea notable es que fue la inspiración de la «Bella Durmiente» de Charles Perrault de 1697 (una historia que todos conocemos y amamos). En la primera versión italiana del cuento (traducida como «Sol, Luna y Talía»), Talía es la hija de un gran señor. Al nacer Talía, su padre convoca a sabios y clarividentes que le anuncian lo que le espera en el futuro. Dicen que le hará daño una astilla de lino, por lo que el gran señor ordena que no se permita la entrada de lino en la casa. Cuando es mayor, Talía se acerca a una anciana que hila lino en su huso y le pide ayuda. Por supuesto, una pequeña astilla de lino se incrusta bajo su uña y ella cae inconsciente (presumiblemente muerta). Su angustiado padre, incapaz de enterrar a su encantadora hija, la deposita en una de sus fincas. Más tarde, un rey que está cazando en el bosque descubre a Talía y, al no poder despertarla, la viola (sí, deberíamos haber avisado, esta versión es un poco más atrevida que la de Disney). Una vez que ha terminado con ella, el rey se marcha. Todavía en un sueño profundo, Talía da a luz a gemelos (niño-niña). Cuando el niño no encuentra el pecho de su madre para comer, empieza a chupar el dedo de ella y, sin darse cuenta, succiona la astilla. Esto hace que ella se despierte inmediatamente de su sueño perpetuo. Llama a sus hijos Sol y Luna y sigue viviendo en la finca de su padre. Mientras tanto, el rey (ahora casado con otra) regresa a la finca boscosa y descubre a Talía despierta con sus hijos. De vuelta a su casa con su esposa la Reina, pronuncia los nombres de Talía, Sol y Luna en su sueño, lo que por supuesto despierta el interés de ella. Una vez que ella extrae la verdad del secretario del rey, ordena que los niños sean asesinados y cocinados para la cena. El cocinero esconde a los niños y cocina dos corderos en su lugar. La reina también ordena que lleven a Talía a la corte y la quemen viva. Mientras Talía grita, el rey la oye y acude al rescate. Ordena quemar a la reina, al secretario y a la cocinera en su lugar (hasta que la cocinera presenta a los niños ilesos y es recompensada justamente). El rey y Talía se casan en un final feliz de cuento de hadas. Como en todos los cuentos de hadas, la moraleja de éste se explica en la última línea: «Se dice que la gente con suerte puede irse a la cama, y la felicidad lloverá sobre su cabeza».
Luna tiene un «don para la honestidad embarazosa»: es tan poco convencional y excéntrica como su nombre, pero Harry Potter sigue contando con ella entre sus buenos amigos. Aunque no es especialmente popular, Luna nunca cede a la presión de sus compañeros ni finge ser algo que no es. Es divertida y diferente, y la queremos por eso. No tiene miedo de decir lo que piensa. Incluso su famosa autora, J.K. Rowling, tiene una debilidad por esta «chiflada».