Mita, sistema andino colonial de rotación de trabajos forzados de indios asignados por el Estado a beneficiarios designados. Los conquistadores españoles derivaron la mita de la mit’a quechua, mediante la cual la sociedad andina realizaba asignaciones temporales de trabajadores para proyectos comunitarios.
El virrey Francisco de Toledo (1569-1581) estableció la mita colonial, emitiendo leyes sobre el tamaño de las levas, los salarios que debían pagarse a los trabajadores y la frecuencia con la que un trabajador individual servía. Sin la aprobación de la corona (que seguía siendo ambivalente en cuanto a la moralidad del trabajo forzado pero estaba dispuesta a beneficiarse de él), Toledo instituyó una mita formal para las minas y molinos de plata de Potosí entre 1572 y 1575. Cada año movilizaba a más de 11.000 indios de las provincias del altiplano entre Potosí y Cuzco. Toledo estableció otra mita importante en las minas de mercurio de Huancavelica. Especialmente antes de la catastrófica disminución de la población indígena, los funcionarios virreinales asignaban ocasionalmente mitas a otras minas y a ciudades españolas, poniendo a disposición de otros sectores de la economía colonial mano de obra barata pero no especializada. Dicha mita proporcionaba a los talleres textiles de Quito gran parte de su mano de obra.
Las mitas coaccionaban a los indios reticentes a participar en la economía colonial y subvencionaban la producción económica mediante salarios bajos. Los mitayos (trabajadores de la mita) a veces se quedaban para ganar los salarios más altos que se pagaban a la mano de obra gratuita. Hacia el año 1700, el número de mitayos que trabajaban en Potosí o Huancavelica era sólo una pequeña fracción de la cuota asignada. Algunos pueblos se resistieron con éxito al cumplimiento de la obligación de la mita. Otros pueblos pagaban a los administradores coloniales para que contrataran sustitutos de la reserva de trabajadores voluntarios. De este modo, se disponía de mano de obra gratuita, pero los españoles conservaron la mita porque subvencionaba la minería a través de los bajos salarios. La mala calidad del mineral en Potosím hizo que la producción no fuera rentable sin el subsidio de la mita durante el siglo XVIII.
La mita suscitó la oposición por motivos humanitarios, pero también hubo muchas quejas sobre ella por parte de sacerdotes, gobernadores, kurakas (líderes indígenas) y terratenientes que querían retener a los indios para otras formas de explotación económica. Las cortes de España abolieron finalmente la mita en 1812, pero sobrevivió al menos hasta el siglo XIX. La novela de Clorinda Matto de Turner de 1889, Aves sin nido, muestra cómo se extrae el trabajo forzado en forma de pongos de los hablantes de quechua. El sistema de los pongos ha sobrevivido de hecho hasta nuestros días.
Otras regiones de América Latina tuvieron sistemas similares de trabajo forzado como el tequitl en los territorios de habla náhuatl del centro de México.
Véase tambiénHuasipungo; Minería: América española colonial; Esclavitud: Esclavitud indígena y trabajo forzado.
BIBLIOGRAFÍA
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Bibliografía adicional
Matto de Turner, Clorinda, Arrancada del nido. Ed. Antonio Cornejo Polar. Trans. John Herman Richard Polt. Nueva York: Oxford University Press, 1998.
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Tandeter, Enrique. Coerción y mercado: La minería de la plata en el Potosí colonial, 1692-1826. Albuquerque: University of New Mexico Press, 1993.