9 Direcciones futuras y conclusiones
Como los seres humanos son complejos y dinámicos, las explicaciones de muchos comportamientos (incluyendo la actividad física) probablemente sean igualmente complejas. Por ejemplo, un niño puede realizar actividad física debido a una combinación del refuerzo positivo que recibe de sus padres (es decir, influencias de condicionamiento operante), sus actitudes hacia el ejercicio (es decir, desde una perspectiva socio-cognitiva), las oportunidades dentro de su entorno para ser activo (es decir, influencias socio-ecológicas), y su nivel de motivación autodeterminada para ser activo (es decir, desde una perspectiva organísmica/humanista). Por lo tanto, los marcos teóricos integrados en las tradiciones mencionadas probablemente sean los más útiles para la ciencia de la actividad física. En esencia, todos los marcos señalados anteriormente tienen cierta integración, aunque varios modelos nuevos y marcos adaptados siguen sirviendo a este propósito. Por ejemplo, una de las piedras angulares del marco cognitivo social es el constructo de la intención como antecedente primario del comportamiento, aunque esta relación es modesta (McEachan et al., 2011) y asimétrica (Rhodes & de Bruijn, 2013). En concreto, mientras que casi todas las personas que realizan actividad física tienen intenciones positivas de hacerlo, solo la mitad de las que tienen buenas intenciones consiguen realizar realmente la conducta (Rhodes & de Bruijn, 2013). La necesidad de tender un puente entre la intención y el comportamiento, ha dado lugar a varios modelos teóricos recientes que incluyen la fusión de diferentes tradiciones, como el enfoque del proceso de acción sanitaria (Schwarzer, 2008), el modelo de fases de acción (Heckhausen & Gollwitzer, 1987), modelo de cambio de comportamiento integrado (Hagger & Chatzisarantis, 2014), marco de control de acción multiproceso (Rhodes, 2017), modelo I-Change (de Vries, Mesters, van de Steeg, & Honing, 2005) y la teoría de autorregulación temporal (Hall & Fong, 2007), entre otros. Todos estos enfoques han mostrado cierta eficacia preliminar (Rhodes & Yao, 2015) y pueden ser útiles para la promoción de la actividad física en la próxima década.
En particular, el enfoque del proceso de acción en salud (HAPA; Schwarzer, 2008) ha visto una aplicación considerable en el ámbito de la actividad física en los últimos años. El HAPA se desarrolló para abordar la brecha intención-conducta con constructos preintencionales idénticos al enfoque cognitivo social tradicional, pero incluye constructos volitivos de planificación de la acción (dónde, cuándo, cómo) y de afrontamiento (contingencias cuando pueden surgir barreras), así como la autoeficacia para mantener la conducta y recuperarse de las recaídas. La evidencia observacional y experimental sugiere que los constructos volitivos del HAPA, en particular, pueden ayudar a aumentar las intenciones de actividad física, así como la autoeficacia de mantenimiento (Carraro & Gaudreau, 2011; Rhodes & Yao, 2015; Zhang, Zhang, Schwarzer, & Hagger, 2018). Por ejemplo, Carraro y Gaudreau (2013) encontraron que las intervenciones centradas en la planificación de la acción (φ = 0,43) y el afrontamiento (φ = 0,39) equivalían a cambios de tamaño de efecto pequeños en la actividad física en comparación con los grupos de control que no recibieron la intervención.
Los marcos teóricos también se están desarrollando por su nivel de abstracción y las funciones que sirven para la ciencia de la actividad física. La tradición cognitiva social o la tradición humanista, por ejemplo, son generalmente microteorías, centradas en las interrelaciones críticas entre sus constructos clave (es decir, todas las variables definidas y las trayectorias contabilizadas, alto detalle). El marco socioecológico, por el contrario, es una macroteoría que tiene amplitud a expensas de la precisión (es decir, amorfa y omnipresente con pocos caminos definidos). A medida que nuestra disciplina madura, estos enfoques diferencian algunas de las necesidades científicas básicas y aplicadas que se requieren para comprender y promover la actividad física. Por ejemplo, las microteorías, con su enfoque en las vías de mediación entre los constructos para explicar la cadena de eventos y condiciones por las que se produce la actividad física, no suelen ser un enfoque crítico para los promotores de la salud, que simplemente quieren saber cómo y qué utilizar para cambiar el comportamiento. Según nuestras observaciones, esto ha creado a menudo un desprecio hacia la teoría entre la comunidad de promotores de la salud aplicada. Por otra parte, los enfoques teóricos a nivel macro, según nuestras observaciones, son ridiculizados por los científicos básicos por ser demasiado simplistas o inválidos debido a la falta de validez mecánica (interna). El ejemplo más notable de este caso en la ciencia de la actividad física ha sido el modelo transteórico (Prochaska & DiClemente, 1982), que podría decirse que ha sido el marco más exitoso para escalar al sector aplicado de la promoción de la actividad física, pero ha visto las debidas críticas entre los científicos básicos (Nigg et al., 2011).
Un reconocimiento del nivel de escala y del propósito del marco teórico en la actividad física puede aliviar estas críticas anteriores. De hecho, lo que puede ser más útil para tender un puente entre los sectores básico y aplicado de la actividad física son los marcos teóricos de nivel meso (Rebar & Rhodes, en prensa; Rhodes, 2017). Los enfoques teóricos de nivel meso contienen constructos con una sólida base de pruebas y algunas vías operativas para comprender el cambio de comportamiento, pero están construidos para la ciencia aplicada y los promotores de la salud más que para los científicos básicos. La rueda del cambio de comportamiento es un ejemplo de este enfoque (Michie et al., 2011), ya que incluye constructos clave que se cree que determinan el comportamiento (capacidad, motivación, oportunidad) que pueden subdividirse en técnicas de intervención particulares. El marco de los dominios teóricos es otro ejemplo de un enfoque de nivel meso para utilizar la teoría para la ciencia de la implementación (Cane, O’Connor, & Michie, 2012). En relación con esto, Lubans et al. (2017) presentan un modelo de principios basados en la evidencia y estrategias de enseñanza alineadas dirigidas a los profesionales para la entrega simple de intervenciones eficaces de actividad física. Estos tipos de marcos representan importantes enfoques futuros para la teoría en la actividad física porque pueden servir a la implementación mientras siguen siendo responsables del escrutinio y la revisión científica.
Finalmente, el impacto futuro más crítico en el diseño, la prueba y el refinamiento de la teoría de la actividad física puede provenir de los desarrollos tecnológicos aplicados a la investigación. Las teorías señaladas anteriormente han sido creadas en gran medida por teóricos que utilizan procesos deductivos y han sido diseñadas para una intervención clínica presencial o basada en la educación (grupo pequeño) con una serie limitada de evaluaciones. Los análisis que utilizan big data y datos en tiempo real pueden ayudar a desarrollar modelos teóricos dinámicos, crear perspectivas únicas en el desarrollo de la teoría a través de enfoques inductivos, así como conducir al diseño de la intervención que puede capturar más eficazmente las necesidades idiográficas momentáneas de las personas que están tratando de aumentar la actividad física. Los modelos dinámicos exploran cómo los procesos psicológicos se desarrollan en el tiempo y ocurren dentro o a través de contextos e individuos (Wright & Hopwood, 2016). Son especialmente adecuados para el estudio de la actividad física debido a los cambios que se producen desde la decisión, a la adopción, y luego al mantenimiento del comportamiento (Rhodes, 2017). Además de la naturaleza dinámica de la actividad física en sí, los predictores de la actividad física pueden variar a través del tiempo y el contexto, lo que no se capta a través de las evaluaciones estáticas (Dunton, 2017, 2018). Estos modelos también permiten examinar los cambios de comportamiento idiográficos (es decir, el cambio de una persona a lo largo del tiempo) que pueden ser más precisos para probar los principios de una teoría y la precisión en la intervención en comparación con los cambios de comportamiento grupales (nomotéticos) (Dunton, 2017). Específicamente, ha habido un creciente cuerpo de trabajo que utiliza modelos dinámicos aprovechando la tecnología móvil para desarrollar Intervenciones Adaptativas Justo a Tiempo (Dunton, 2017, 2018; Nahum-Shani et al., 2016; Spruijt-Metz et al., 2015). Explorar la eficacia de este enfoque para seguir desarrollando y perfeccionando las teorías e intervenciones actuales es muy prometedor.
En resumen, los beneficios para la salud de la actividad física están bien reconocidos, pero muchas personas en los países desarrollados no son lo suficientemente activas físicamente como para obtener beneficios óptimos para la salud. Las teorías de la actividad física son esenciales para comprender el cambio de comportamiento y proporcionar un marco organizativo para una intervención eficaz. El propósito de este trabajo es hacer un repaso de los principales marcos teóricos que se han aplicado para entender y cambiar la actividad física en las últimas tres décadas. El marco dominante para la comprensión de la actividad física ha sido el de la tradición cognitiva social, y ha proporcionado información valiosa sobre los constructos clave vinculados a la actividad física, como la autoeficacia y la intención, además de demostrar los cambios de conducta cuando se aplican en la intervención. El marco humanista para la comprensión de la actividad física ha experimentado un aumento de la investigación en la última década y ha demostrado una eficacia inicial tanto en la explicación como en la intervención sobre el comportamiento a través de la motivación autónoma y la satisfacción de las necesidades humanas básicas. El marco más reciente y menos estudiado para entender la actividad física es el de los modelos de proceso dual. Éstos son prometedores porque complementan los marcos anteriores con una mejor comprensión de los determinantes no conscientes y hedónicos de la actividad física y con enfoques alternativos de intervención. Por último, el enfoque a nivel individual de estos tres enfoques se contrasta con el marco socioecológico, que ha recibido una considerable atención de investigación en los últimos 15 años y se centra en la interacción entre múltiples niveles de influencia (desde el individuo hasta la política organizativa y medioambiental). El modelo socioecológico ha sido decisivo para comprender el papel del entorno construido en el comportamiento de la actividad física y ha sido fundamental para configurar la política de salud pública de los gobiernos. A pesar de los puntos fuertes de los cuatro marcos, observamos varios puntos débiles de cada enfoque en la actualidad y destacamos varias aplicaciones más recientes de modelos integrados y modelos dinámicos que pueden servir para mejorar nuestra comprensión y promoción de la actividad física.