DISCUSIÓN

El empleo de la laparoscopia para el tratamiento quirúrgico de los quistes ováricos benignos se ha hecho popular. Aunque es una tarea difícil cuando los quistes son grandes. Un estudio prospectivo aleatorio que comparaba la laparoscopia y la laparotomía en el tratamiento de pacientes con masas ováricas benignas de menos de 10 cm de diámetro informó de una reducción significativa de la morbilidad operatoria, el dolor postoperatorio y la necesidad de analgésicos, la estancia hospitalaria y el período de recuperación. Sin embargo, los mismos resultados pueden obtenerse también con quistes de gran tamaño.

En el tratamiento quirúrgico de los quistes ováricos benignos en mujeres jóvenes, independientemente de su tamaño, uno de los principales objetivos que todos los cirujanos deben tener en cuenta es preservar las funciones reproductivas y hormonales de los ovarios y prevenir la recurrencia. Sin embargo, con relativa frecuencia, esto no se puede lograr porque los quistes tienen fuertes adherencias con el ovario como se informa en este trabajo.

El abordaje laparoscópico para la extirpación de quistes con un diámetro mayor de 10 cm presenta diferentes dificultades; las más importantes son las siguientes: En primer lugar, la ruptura de los quistes con derrame de su contenido durante la introducción de un trócar o aguja de Veress. Los autores prefieren una técnica abierta con el uso de un trocar de Hasson cerca del ombligo. No aspiraron el quiste antes de la operación. Una bibliografía reciente ha revelado que algunos autores prefieren la reducción del tamaño del quiste antes de la laparoscopia y que ésta puede obtenerse mediante diferentes técnicas, como la aspiración guiada por ecografía o con el uso del catéter de Bonanno. En segundo lugar, la visualización y el espacio de trabajo son limitados, lo que dificulta la identificación de estructuras importantes como los uréteres. En tercer lugar, la extracción del quiste no es sencilla y, en presencia de una posible malignidad, el derrame del contenido del quiste podría provocar la diseminación y la búsqueda en el lugar donde se colocaron los trócares. La importancia del derrame en casos de malignidad es controvertida. La preocupación por el derrame de células tumorales y su posible empeoramiento del pronóstico surgió de los primeros estudios sobre la rotura del tumor. Dembo et al. estudiaron la tasa de recidiva en 519 pacientes con cáncer de ovario epitelial en estadio 1 mediante regresión logística y análisis multivariante. Los únicos factores que influyen en la recaída del tumor fueron el grado tumoral, la presencia de adherencias densas o la presencia de ascitis de gran volumen. Por lo tanto, la rotura intraoperatoria del tumor no influyó en el pronóstico. Esta afirmación está claramente respaldada por Sevelda et al, que estudiaron la supervivencia de pacientes con carcinoma de ovario en estadio 1 moderadamente y pobremente diferenciado y concluyeron que no hay diferencias en la tasa de supervivencia entre las pacientes con rotura intraoperatoria de quistes.

Los autores creen que en la selección de la paciente hay que tener en cuenta tanto las condiciones generales de salud como la morfología de los quistes con imágenes preoperatorias que indiquen características benignas de los quistes.

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