Los datos que se van acumulando de la epidemiología, la genética, la epigenética, la neurociencia básica y la neuroimagen apuntan al neurodesarrollo como un momento en el que se establece el riesgo y la resiliencia a la enfermedad neuropsiquiátrica posterior. La división histórica entre los trastornos y discapacidades del neurodesarrollo en la infancia y las enfermedades mentales en la edad adulta se reconoce cada vez más como algo artificial. Desde la formulación por parte de Waddington de un panorama epigenético en el que los factores hereditarios y externos modulan el desarrollo para sentar las bases de la función posterior, los hallazgos correlativos han encajado en el modelo de una base de neurodesarrollo para la enfermedad mental. Los recientes avances técnicos y experimentales han generado una comprensión más mecánica de cómo las perturbaciones del desarrollo cerebral pueden dar lugar a la aparición temprana o tardía de las constelaciones de síntomas conductuales y cognitivos que definen las enfermedades categóricas. En la actualidad, el campo ha determinado algunos factores que influyen en el neurodesarrollo durante los periodos sensibles y críticos, momentos específicos en los que los aportes ambientales se combinan con la programación genética para influir en el patrón cerebral, la diversidad neuronal, la conectividad y, en última instancia, la maduración funcional. Este campo sigue siendo un apasionante trabajo en curso, impulsado por el deseo de pasar de la demostración de la correlación a la comprensión de la causalidad mecánica y, en última instancia, a la prevención o la intervención temprana que aproveche la plasticidad cerebral. El énfasis inicial en períodos de tiempo limitados y críticos está cambiando ahora a través de la investigación interdisciplinaria que ha redefinido las capacidades adaptativas en los animales y en los seres humanos a través de tratamientos e intervenciones.
Nuestro objetivo al organizar este número de Revisiones de Neuropsicofarmacología fue que los expertos disciplinarios proporcionaran tanto los aspectos experimentales más destacados como las perspectivas sobre la comprensión actual de los mecanismos básicos del neurodesarrollo, la influencia de las alteraciones del desarrollo en los trastornos cerebrales y conductuales de la infancia y de la edad adulta, y la promesa emergente de la traducción en tratamientos. Reconocemos que no hay espacio suficiente para cubrir toda la literatura relevante sobre el neurodesarrollo y las enfermedades mentales. Nuestra esperanza es que este número genere curiosidad y aproveche el entusiasmo, estimulando así una mayor investigación hacia una comprensión mecanicista del neurodesarrollo en el contexto de las enfermedades mentales y los trastornos del neurodesarrollo.
El número comienza con cuatro artículos sobre los principios básicos del neurodesarrollo con relevancia para los orígenes de los trastornos y las discapacidades. Washbourne (2015) ofrece una hoja de ruta neurobiológica para las bases moleculares de la formación de sinapsis, que se ha convertido en un objetivo de alteración en trastornos que van desde el autismo hasta la esquizofrenia. Se destacan familias genéticas específicas, implicadas a partir del descubrimiento de mutaciones causales raras, así como las formas en que los datos genéticos pueden ser útiles para mejorar las futuras estrategias de diagnóstico y tratamiento. Chu y Anderson (2015) proporcionan un marco básico para entender los orígenes y el desarrollo de las interneuronas neocorticales. Este tema es de particular importancia debido al papel del equilibrio excitatorio:inhibitorio en el procesamiento de la información cortical, y su implicación en muchos trastornos del neurodesarrollo y psiquiátricos. Hammock (2015) describe el desarrollo de los sistemas de neuropéptidos, con especial énfasis en la oxitocina y la vasopresina. Una amplia literatura para adultos ha examinado el papel de estos neuropéptidos en la influencia de la cognición social, el comportamiento maternal y la agresión, pero estudios más recientes revelan una importancia crítica para los sistemas de oxitocina y vasopresina durante el neurodesarrollo, lo que potencialmente apunta a oportunidades de intervención. Giedd et al, (2015) revisan un creciente conjunto de estudios de neuroimagen longitudinal que identifican las trayectorias de desarrollo de las regiones y circuitos cerebrales, con énfasis en la comprensión de las relaciones entre la estructura cerebral en maduración, la función y la cognición. Estos estudios proporcionan algunas de las claves para descifrar el rompecabezas crítico de la variabilidad interindividual.
Los siguientes cuatro artículos sirven de puente, proporcionando ejemplos clínicamente relevantes de los principios básicos del desarrollo. Hartley y Lee (2015) proporcionan una visión general de los períodos de desarrollo sensibles relacionados con el comportamiento afectivo. Describen paralelos mecanísticos entre el desarrollo de los circuitos del miedo y nuestra comprensión clásica de los períodos sensibles en el desarrollo de los sistemas sensoriales primarios. Ross et al, (2015) se centran en el tema generalizado de la exposición prenatal a las drogas de abuso, proporcionando un marco neurobiológico basado en la investigación básica sobre el impacto del desarrollo en diferentes poblaciones celulares y sistemas cerebrales. Entretejen un debate sobre los resultados clínicos y el riesgo de trastornos en estudios longitudinales en humanos, destacando la importancia de salvar la brecha básica-clínica para producir nuevas intervenciones. Suri et al, (2015) proporcionan una comprensión avanzada de las experiencias genéticas y de la vida temprana que influyen en los sistemas de monoaminas durante períodos sensibles del desarrollo. Con la popularidad de estos sistemas como objetivos terapéuticos, detallan las intersecciones entre los conocimientos mecanísticos de la investigación preclínica y la relevancia traslacional de la investigación clínica emergente. Schoenfeld y Cameron (2015) abordan los desafíos de entender cómo las perturbaciones en la neurogénesis adulta pueden contribuir a los trastornos neuropsiquiátricos y su tratamiento. Aunque una cantidad considerable de literatura apunta a la relevancia de la neurogénesis adulta, particularmente para la depresión, enfatizan la necesidad de más investigación para probar la causalidad directamente y diseccionar los mecanismos subyacentes.
Como se describe en los siguientes tres artículos, el entorno tiene complejas influencias biológicas y conductuales a lo largo del desarrollo que impactan en el riesgo posterior de enfermedad. Toth (2015) revisa la reciente e intrigante investigación sobre la transmisión intergeneracional y no genética de la información epigenética que altera el desarrollo del cerebro e impacta en el riesgo de enfermedad mental. Presenta las pruebas actuales del impacto del entorno prenatal en dicha transmisión, delinea las limitaciones de este trabajo y traza el potencial de futuros estudios en modelos animales y en humanos. Kundakovic y Champagne (2015) se centran en los factores postnatales que influyen en el estado epigenético para impulsar el desarrollo del cerebro y el comportamiento, a partir de experimentos precisos en modelos de roedores. Se destacan las posibles dianas moleculares, junto con los biomarcadores epigenéticos que pueden presagiar el riesgo de psicopatología más adelante en la vida. El siguiente artículo gira en torno a los estudios en humanos sobre los efectos de un cuidado inadecuado o abusivo durante la primera infancia. Humphries y Zeanah (2015) examinan las conexiones entre las alteraciones resultantes en el desarrollo neurobiológico y el riesgo continuo de disfunción social, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y el comportamiento antisocial.
En la siguiente sección se presentan dos revisiones específicas de trastornos. Hernández et al, 2015 revisan las firmas neurobiológicas que han surgido de una década de intensa investigación genética y de neuroimagen en niños y adolescentes con trastornos del espectro autista. La discusión destaca los muchos desafíos para entender los hallazgos heterogéneos en el contexto de las diferencias individuales entre los niños, así como las advertencias técnicas de las metodologías analíticas y de neuroimagen actuales. Schmidt y Mirnics (2015) ofrecen una evaluación práctica de las pruebas que apoyan la hipótesis del neurodesarrollo de la esquizofrenia. La revisión integra los factores de riesgo genéticos que apuntan, en parte, al desarrollo de las interneuronas, con una perspectiva sobre el equilibrio excitatorio-inhibitorio en el contexto del riesgo y la fisiopatología de la esquizofrenia.
Los dos últimos artículos incorporan los principios del neurodesarrollo y una mejor comprensión de la etiología del trastorno para discutir la promesa de los tratamientos de próxima generación. Henderson et al, (2015) se centran en los trastornos de ansiedad pediátricos, haciendo hincapié en la investigación emergente que apunta a la disfunción en circuitos específicos. Al pasar a las estrategias actuales y futuras para el tratamiento, tanto conductual como farmacológico, hacen hincapié en las intervenciones que se dirigen de manera similar a circuitos específicos. Veenstra-VanderWeele y Warren (2015) revisan las estrategias de prevención o intervención que conectan con los orígenes del desarrollo de los trastornos neuropsiquiátricos, tocando muchas de las áreas cubiertas en este número especial. Observando que las intervenciones existentes normalmente no han hecho uso de los conocimientos mecanicistas, destacan el potencial de nuevos tratamientos dirigidos, inicialmente extraídos de los descubrimientos en modelos animales de trastornos sindrómicos que incluyen síntomas neuropsiquiátricos prominentes.
Al pasar de la neurobiología básica del desarrollo, a los mecanismos de riesgo del neurodesarrollo, y finalmente a las posibles intervenciones extraídas de estos conocimientos mecanicistas, esperamos convencer al lector de la importancia crítica de la neurociencia del desarrollo para el futuro de la neuropsicofarmacología. A lo largo de este número especial, los líderes del campo han entretejido la relevancia clínica en cada revisión, tanto si su propia investigación se centra principalmente en los mecanismos básicos en sistemas modelo como si se centra exclusivamente en el riesgo y la resiliencia en humanos. La ciencia de vanguardia de estas revisiones se complementa con los apasionantes artículos de Temas candentes que completan el número de 2014 de Revisiones de Neuropsicofarmacología.