La baba es producida por una gran variedad de animales. En muchos, incluido el ser humano, cumple una función protectora, formando una barrera entre el interior del cuerpo y un mundo de gérmenes.
En los moluscos gasterópodos, la baba se utiliza para la lubricación, la adhesión, la señalización y la protección contra la abrasión y el ataque patógeno o depredador.
Químicamente, la baba de caracol es un gel acuoso que contiene una pequeña proporción (menos del 10 por ciento) de polímeros de glicoproteínas – moléculas grandes y complejas que se unen para dar a la baba sus propiedades distintivas.
La baba de caracol es secretada por glándulas ubicadas en todo el cuerpo, aunque la más grande, y la responsable de los rastros plateados, está en la parte delantera del pie. Cuando descansan, los caracoles producen suficiente mucosidad para pegarse a un sustrato y crear un sello membranoso llamado epifragma que cubre la abertura de la concha.
El sello se seca gradualmente y puede llegar a ser bastante crujiente, mientras que el caracol en su interior permanece húmedo. Los investigadores médicos se han inspirado en la baba de las babosas y los caracoles para crear nuevos pegamentos quirúrgicos con la capacidad de unir tejidos húmedos y en movimiento sin dañarlos.
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