Una noche en la ciudad con los amigos puede ser una buena forma de animarse antes de que las noches se llenen de obligaciones con el bebé. Pero, ¿serán malos los bajos estruendosos y las voces gritonas para tu bebé en el útero?
Probablemente no. En casi todos los conciertos, la música no está lo suficientemente alta y no dura lo suficiente como para causar ningún daño al feto. Aun así, es posible que quieras tomar algunas precauciones.
Los bebés empiezan a detectar ruidos limitados alrededor de la semana 16 de embarazo. Alrededor de la semana 24, el oído externo, medio e interno de su bebé -incluida la cóclea, el tubo en forma de concha del oído interno donde las vibraciones se convierten en los impulsos nerviosos que percibimos como sonido- están bien desarrollados, y el oído del bebé es lo suficientemente maduro como para que probablemente gire la cabeza en respuesta a las voces y los ruidos.
Los sonidos dentro de su útero, por supuesto, están amortiguados -y no sólo por la barrera física del líquido amniótico y su propio cuerpo. En su hogar lleno de líquido, el tímpano y el oído medio del bebé no pueden hacer su trabajo normal de amplificar los sonidos. Por lo tanto, incluso los sonidos que son bastante fuertes para ti no lo serán para tu bebé.
Por supuesto, esto sólo es cierto mientras los sonidos no sean excesivos y no duren demasiado. Lo que preocupa especialmente a los expertos es la exposición prolongada y repetida a ruidos muy fuertes de, por ejemplo, un turno de ocho horas al día en un lugar de trabajo industrial. El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo aconseja que las mujeres embarazadas eviten la exposición rutinaria a ruidos superiores a 115 decibelios (piense en el ruido que hace una motosierra). Los estudios indican que experimentar regularmente ese nivel de ruido aumenta las probabilidades de que el bebé sufra alguna pérdida de audición, especialmente en las frecuencias más altas. La exposición repetida a ruidos muy fuertes también puede aumentar el riesgo de parto prematuro y de bebés con bajo peso.
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La exposición breve y frecuente a un sonido extremadamente intenso, a 150 o 155 decibelios (¿alguna vez te has puesto al lado de un motor de avión gritando?), puede causar problemas similares en los fetos. Pero tendría que sentarse en primera fila, junto a los amplificadores, y estar en un concierto muy ruidoso, para acercarse a esa intensidad (lo sabrá porque su propio oído estará frito).
Aún así, no es mala idea ir a lo seguro durante su embarazo. Así que colócate hacia el fondo de la sala de conciertos, lejos de los altavoces. Disfrutarás igual de la música y estarás segura de que los oídos de tu bebé están a salvo. En cuanto a la música en el coche, si conduces a menudo y te gusta que la radio esté lo suficientemente alta como para hacer temblar a los demás coches, quizá debas bajarla un poco.
Diviértete,