La ilusión del triángulo de Kanizsa nos hace darnos cuenta del funcionamiento de nuestros sistemas visuales, que no notamos en nuestra experiencia cotidiana. Al observar la figura, la mayoría de la gente tendrá la experiencia visual de un contorno de brillo aparente que define un triángulo vertical que está ocluyendo tres discos negros y un segundo triángulo invertido delineado en negro. Por supuesto, estos triángulos no existen, y no percibimos discos ocluidos, sino fragmentos de discos en forma de «comecocos». («Pacmen» es ahora la nomenclatura estándar para estos elementos inductores). Un «relleno» ilusorio del color similar al que experimentamos en el triángulo vertical, de forma que la figura parece estar rellena de un blanco sólido más brillante que el resto de la figura, es también muy evidente en el cuadrado Kanizsa (Fig. 1). Obsérvese que tanto el triángulo Kanizsa como el cuadrado Kanizsa crean una ilusión de profundidad: la figura central parece situarse en un plano más alto que los pacmen inductores (o el triángulo ocluido que apunta hacia abajo).

Figura 1

Kanizsa (1955) distingue entre terminación modal y amodal de los contornos. En la terminación modal uno tiene una experiencia visual como de un objeto en virtud de experimentar bordes que parecen ser creados por un límite de luminancia, color o textura. Al reflexionar, se puede decir que no existe tal límite y que no hay una diferencia de luminancia, color o textura donde parece haberla; pero, no obstante, eso es lo que experimentamos. En el triángulo de Kaniza, el triángulo que parece verse apuntando hacia arriba, en virtud de una diferencia de luminancia entre él y el fondo, es un ejemplo clásico de terminación modal. Los discos aparentes de la figura de Ehrenstein son también un ejemplo de terminación modal, ya que se experimentan en virtud de la vivencia de un límite de luminosidad aparente donde no hay ninguno.

En contraste con esto, el triángulo que uno parece ver apuntando hacia abajo en la imagen del traingle de Kanizsa, que parece estar parcialmente detrás del triángulo que apunta hacia arriba que hemos mencionado anteriormente, proporciona un ejemplo de terminación amodal. La experiencia que se tiene del triángulo que apunta hacia abajo no consiste en límites experimentados consistentes en el color, la luminosidad o la textura que corresponden a la parte ocluida del triángulo. Sin embargo, parece que hay un triángulo. Se trata de un caso de terminación amodal, que contrasta con la terminación modal en el sentido de que se produce cuando parte de un objeto se experimenta como ocluido y se informa de que tiene una forma determinada, pero la parte ocluida del objeto no se experimenta como definida por límites de color, luminosidad o textura. Las líneas horizontales y verticales de la figura de Ehrenstein suelen percibirse como amodalizadas -parecen continuar detrás del disco-, pero no se experimentan en virtud de una experiencia de un límite aparente de luminancia o color. En Gerbino, W., y R. van Lier (2015) se ofrece un buen análisis de estos fenómenos desde una perspectiva psicológica. Los relatos filosóficos de la percepción modal y amodal se pueden encontrar en Nanay (2010), Briscoe (2011) y Macpherson (2015).

Los mecanismos que subyacen a la finalización y el relleno del contorno no se comprenden del todo. En general, se acepta que el completamiento del contorno es un ejemplo de que el sistema perceptivo rechaza la «coincidencia», en el sentido de que una disposición simétrica de fragmentos y elementos de línea como la que se observa en el triángulo de Kanizsa es poco probable en el entorno natural. Una estimulación retiniana similar es más a menudo causada por una superficie continua que ocluye otra, y así es como el estímulo de Kanizsa es representado por nuestro sistema perceptivo (Rock y Anson 1979). En cuanto a la fisiología, Peterhans et al. (1986) sugieren que el contorno completado ilusorio puede explicarse por la acción de las neuronas de terminación en la corteza visual. Estas células corresponden a campos receptivos alargados en la retina y pueden disparar selectivamente tanto para la longitud como para la orientación del estímulo. La actividad de las células separadas espacialmente y con tope puede desencadenar un mecanismo de compuerta que permita la comunicación entre neuronas en sinapsis previamente inactivas.

El concepto de «relleno» se explora en el artículo sobre el efecto Troxler.

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