Este estudio es analítico y retrospectivo. Se utilizó la base de datos de pacientes del hospital para identificar a los pacientes que se sometieron a cirugía en el Centro Médico Galilea entre 2008 y 2014, utilizando la técnica quirúrgica descrita para la reparación de un desgarro del retináculo medial debido a una luxación rotuliana primaria. Diez pacientes (un total de 12 rodillas) fueron diagnosticados y tratados por desgarros del retináculo medial entre 2008 y 2014. La población de nuestro estudio estaba compuesta en un 70% por hombres, con edades comprendidas entre los 9 y los 19 años (media de 13,5 años). Tenían un buen estado de salud general, y todas las lesiones se produjeron durante la actividad deportiva o el baile. El 91,7% de las luxaciones se debieron a lesiones indirectas. Todas las luxaciones eran primerizas; ninguna era recurrente. Se excluyeron del estudio los pacientes con afecciones musculoesqueléticas comórbidas, como el síndrome de Marfan, o con deformidades óseas congénitas, como la osteogénesis imperfecta, la displasia troclear grave y la deformidad en valgo de la rodilla. Todos los pacientes se sometieron a una prueba de mal alineación por TC; también se excluyeron los pacientes con anteversión femoral y/o torsión tibial. Un paciente, tratado en ambas rodillas, presentaba rótula alta bilateral, desalineación rotuliana y pie cavo; otro paciente tenía rótula alta unilateral.
La queja más común en el momento de la presentación fue el dolor intenso continuo (75%), seguido de restricción/limitación del movimiento (33,3%), hinchazón (16,7%) y dolor intenso episódico (16,7%). La hemorragia intraarticular acompañó a la lesión rotuliana/retinacular en el 50% de los casos.
La reducción cerrada de la luxación rotuliana sin anestesia general se realizó en urgencias en todos los casos, después de calmar o sedar al paciente para permitir el procedimiento. Todos los pacientes se sometieron a un examen clínico preoperatorio y a pruebas de imagen.
Una cuestión importante para el éxito del tratamiento es identificar la fractura por avulsión que acompaña al desgarro retinacular tras el evento inicial de la luxación. Realizamos una TC de baja dosis antes de la cirugía para aumentar la eficacia del diagnóstico de cualquier fractura por avulsión de la rótula (Fig. 1) y para evaluar los factores de riesgo óseo existentes para la luxación, como la mala alineación de la articulación patelofemoral, la inclinación de la rótula, la traslación de la rótula, la distancia tuberosidad tibial-surco troclear (TT-TG) > 20 mm, la mala alineación del tubérculo tibial y la displasia troclear . Además, el examen de TC es eficaz para identificar las deformidades rotacionales de los huesos largos . Como las fracturas por avulsión se diagnosticaron en el 100% de nuestra población de pacientes, todos fueron remitidos a cirugía. El plazo desde el diagnóstico inicial hasta la cirugía fue de 7,5 días de media.