Vida cotidiana y costumbres sociales
En general, Cuba es un país al que le falta de todo, aunque sus gentes muestran una extraordinaria resistencia e inventiva ante las dificultades. Tan hábiles son, por ejemplo, para mantener los automóviles de los años 50 en buen estado de funcionamiento y estético que Cuba se ha convertido en un destino preferido por los coleccionistas de coches antiguos de Estados Unidos y Europa. Sin embargo, la constante escasez de alimentos, los cortes de electricidad y las averías telefónicas afectan a la gente de diferentes maneras. La mayoría de los problemas y oportunidades son relativos y cambian constantemente, excepto los elementos básicos de la vida en Cuba: el control ineludible del gobierno, las películas de los sábados por la noche en uno de los dos canales de televisión locales, las telenovelas de los lunes importadas de Brasil, México, Venezuela o Colombia, y las inevitables preocupaciones del trabajo, el hogar y la familia. A pesar de las ideologías socialistas, los estilos de vida no son iguales para todos, y la percepción que se tiene de Cuba varía considerablemente según la situación individual de cada uno.
Los grupos con acceso a divisas fuertes -principalmente dólares estadounidenses- disfrutan de un nivel de comodidad no muy diferente al de los residentes de clase media de otros lugares de América Latina y el Caribe. Entre dos quintas partes y la mitad de los cubanos tienen acceso a dólares. Se trata de un grupo variado, que incluye a los receptores de remesas extranjeras de sus familias, a los trabajadores de las industrias de servicios que reciben gratificaciones, a las empresas turísticas que atienden a los extranjeros, a los miembros de las fuerzas armadas, a los trabajadores de algunas industrias que cobran parte de su salario en dólares, e incluso a los que trabajan en el comercio sexual. También existe un grupo, llamado localmente mayimbes (jefes), que parece disfrutar de una buena vida sin el beneficio de un empleo evidente. Estas personas forman la fiel clientela local de los paladares de lujo, los restaurantes de estilo familiar autorizados oficialmente desde 1994; también frecuentan los elegantes restaurantes estatales y los comedores internacionales, las boutiques caras y las discotecas de algunos hoteles de primera clase, así como las «tiendas de dólares» de Caracol y Cubalse repartidas por La Habana y otras ciudades turísticas. Los dólares también permiten a los cubanos de a pie mejorar, aunque sea ligeramente, la monótona rutina de sus vidas. Pueden complementar los insuficientes suministros de sus cartillas de racionamiento -no sólo en calidad, sino también en cantidad y variedad- comprando en los mercados agropecuarios y en fuentes privadas creativas (incluido el mercado negro).
La cocina típica hace un amplio uso de la carne de cerdo, las aves y el arroz -cocinados con escasas especias- y las frutas tropicales. Los platos más populares son los moros y cristianos (frijoles negros y arroz), el ajicao (un guiso de carne y verduras) y el lechón asado, que se consume con café negro y cerveza de producción local.