Nickels era un enorme gato atigrado gris de pelo largo, un gigante amable. Disfrutaba comiendo, durmiendo, acurrucándose y haciendo piruetas en general. Desde cualquier punto de vista, era la típica gata amistosa.
Todo eso cambió una tarde cuando se hizo con el «Nip». Al principio, se revolcaba en aparente felicidad, ronroneando como un motor V-6. Parecía que simplemente se había convertido en una versión más lúbrica de su adorable ser.
Me moví para levantarla inocentemente, pero de repente arremetió furiosamente con sus patas de oso, con las garras extendidas. Atraparon la carne flexible de mi antebrazo y arañaron profundamente. Retrocedí por el dolor y la sorpresa, sorprendido por lo que mi amiga felina acababa de hacer. Me miró fijamente, gruñó y luego siseó. Los efectos de la hierba gatera (Nepeta cataria) en los gatos están bien documentados, tanto científica como anecdóticamente. En respuesta a la nepetalactona, uno de los aceites volátiles de la hierba gatera, la mayoría de los felinos olfatean, lamen y mastican la planta, y luego proceden a revolcarse y frotar sus cabezas y cuerpos en las superficies cercanas. Si se ingiere la hierba gatera, algunos gatos pueden echar espuma por la boca y volverse somnolientos o incluso extremadamente agresivos. También pueden soltar gemidos guturales, un acto que se interpreta como una respuesta a las alucinaciones.
¿Pero qué pasa con los efectos de la hierba gatera en los humanos? Específicamente, ¿genera resultados similares de alteración del comportamiento?
En el siglo XVII, la hierba gatera se preparaba comúnmente en té para remediar los dolores de cabeza nerviosos, la histeria y la locura. Pero, de forma algo contradictoria, una referencia histórica afirmaba que masticar la raíz haría que incluso la «persona más tranquila se volviera feroz y pendenciera».
En los años 60, la hierba gatera fue brevemente popular como droga de sustitución de la marihuana. Un par de informes indicaron que puede producir alucinaciones auditivas y visuales, así como producir sensaciones de euforia e intoxicación, muy similares a las de la marihuana. En 2001, un experimentador motivado fumó cinco tazones de hierba gatera, entremezclados con la inhalación de cigarrillos, e informó de que tenía «efectos similares a los de la marihuana, menos el subidón». También documentó que el tabaco «duplicaba fácilmente» los efectos de la hierba gatera, una afirmación que en realidad está corroborada por investigaciones mucho más legítimas.
Sobre cómo la hierba gatera altera precisamente la conciencia humana, todavía prevalece la incertidumbre. Abundan los relatos personales, pero no se han realizado estudios amplios y sustanciales. Llevar a cabo una investigación de este tipo probablemente no sería práctico, pero sin duda saciaría algunas curiosidades e incluso podría ser un futuro candidato a un Ig Nobel.
¿Hay algún investigador dispuesto a ello?
(Imagen: Dibujo animado de la hierba gatera vía )