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Cubismo, estilo de artes visuales muy influyente del siglo XX que fue creado principalmente por los artistas Pablo Picasso y Georges Braque en París entre 1907 y 1914. El estilo cubista enfatizaba la superficie plana y bidimensional del plano pictórico, rechazando las técnicas tradicionales de perspectiva, escorzo, modelado y claroscuro, y refutando las antiguas teorías de que el arte debía imitar a la naturaleza. Los pintores cubistas no estaban obligados a copiar la forma, la textura, el color y el espacio. En su lugar, presentaron una nueva realidad en pinturas que representaban objetos radicalmente fragmentados.
El cubismo debe su nombre a los comentarios del crítico Louis Vauxcelles, que describió burlonamente la obra de Braque de 1908, Casas en L’Estaque, como compuesta de cubos. En el cuadro de Braque, los volúmenes de las casas, las formas cilíndricas de los árboles y la combinación de colores tostados y verdes recuerdan a los paisajes de Paul Cézanne, que inspiraron profundamente a los cubistas en su primera etapa de desarrollo (hasta 1909). Sin embargo, fue Les Demoiselles d’Avignon, pintada por Picasso en 1907, la que presagió el nuevo estilo; en esta obra, las formas de cinco desnudos femeninos se convierten en formas fracturadas y angulosas. Al igual que en el arte de Cézanne, la perspectiva se representa a través del color, con los cálidos marrones rojizos avanzando y los fríos azules retrocediendo.
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El desarrollo del movimiento entre 1910 y 1912 suele denominarse cubismo analítico. Durante este periodo, la obra de Picasso y Braque se asemeja tanto que sus cuadros son casi indistinguibles. Los cuadros cubistas analíticos de ambos artistas muestran la descomposición, o el análisis, de la forma. Picasso y Braque prefieren la construcción en ángulo recto y de líneas rectas, aunque en ocasiones algunas zonas de sus cuadros parecen esculturales, como en La chica de la mandolina (1910) de Picasso. Simplificaron sus esquemas de color a una escala casi monocromática (se preferían los tonos bronceados, marrones, grises, cremas, verdes o azules) para no distraer al espectador del interés principal del artista: la estructura de la forma en sí. El esquema de color monocromático se adaptaba a la presentación de las complejas y múltiples vistas del objeto, que se reducía a planos opacos y transparentes superpuestos. Estos planos parecen desplazarse más allá de la superficie del lienzo en lugar de retroceder en profundidad. Las formas suelen ser compactas y densas en el centro de un cuadro cubista analítico, y se agrandan a medida que se difunden hacia los bordes del lienzo, como en el Retrato de Ambroise Vollard (1909-10) de Picasso. En sus obras de este periodo, Picasso y Braque combinaron con frecuencia motivos representativos con letras; sus motivos preferidos eran los instrumentos musicales, las botellas, las jarras, los vasos, los periódicos y el rostro y la figura humanos.
El interés por esta temática continuó después de 1912, durante la fase generalmente identificada como Cubismo Sintético. Las obras de esta fase hacen hincapié en la combinación, o síntesis, de formas en el cuadro. El color adquiere un gran protagonismo en estas obras; las formas, aunque siguen siendo fragmentadas y planas, son más grandes y decorativas. Las superficies lisas y rugosas pueden contrastar entre sí, y con frecuencia se pegan en el lienzo materiales extraños, como periódicos o envoltorios de tabaco, en combinación con zonas pintadas. Esta técnica, conocida como collage, enfatiza aún más las diferencias de textura y, al mismo tiempo, plantea la cuestión de qué es realidad y qué es ilusión.
Si bien se atribuye a Picasso y Braque la creación de este nuevo lenguaje visual, fue adoptado y desarrollado por muchos pintores, como Fernand Léger, Robert y Sonia Delaunay, Juan Gris, Roger de la Fresnaye, Marcel Duchamp, Albert Gleizes y Jean Metzinger. Aunque se asocia principalmente con la pintura, el cubismo también ejerció una profunda influencia en la escultura y la arquitectura del siglo XX. Los principales escultores cubistas fueron Alexander Archipenko, Raymond Duchamp-Villon y Jacques Lipchitz. La adopción de la estética cubista por parte del arquitecto suizo Le Corbusier se refleja en las formas de las casas que diseñó durante la década de 1920.