Una mujer que puede tener hasta 11 orgasmos al día dice que queda en agonía por su rara condición.
Lorna Harrison sufre de un trastorno médico que le pone en un estado de excitación constante que sólo puede ser liberado por tener un orgasmo.
Ha tenido episodios orgásmicos provocados por su Trastorno de Excitación Genital Persistente (PGAD) mientras hacía la compra en el supermercado, en restaurantes, mientras limpiaba la casa y mientras conducía.
«Parece que es una buena condición, pero en realidad es muy incómoda», dijo Lorna. «Puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento y tengo que contener la respiración e incluso caminar con las piernas cruzadas».
Durante un episodio, la afección hace que los genitales de la mujer se agranden y palpiten dolorosamente al excitarse sexualmente sin motivo alguno.
Es común experimentar presión, palpitaciones o una sensación de ardor.
La primera vez que Lorna experimentó un episodio fue cuando pasó por un badén mientras hacía una entrega de comida para su servicio de almuerzo de los domingos.
«Pasé por un badén con mi coche y sentí esta sensación de golpeteo y abultamiento abajo, pero no sabía lo que era», dijo.
«Pensé: ‘Oh, Dios mío, ¿qué me está pasando?’ Tuve mucha suerte de no chocar, ya que estaba perdiendo el control de mi cuerpo».
«Cuando llegué a la casa entregué la comida del domingo, con las piernas cruzadas, traté de correr hacia el coche y conduje rápidamente a casa».
Pensó que era algo extraño y aislado – pero finalmente decidió hacerse un chequeo el pasado julio después de que le siguiera ocurriendo.
En noviembre del año pasado, Lorna sufrió su orgasmo más largo hasta la fecha, que duró 24 horas.
Empezó en su casa cuando su novio estaba allí, aunque no habían tenido sexo, y Lorna dice que no pudo hacer nada al sentirse tan incómoda.
«Me palpitaba mucho», dijo. «Por suerte, tenía cita con el ginecólogo al día siguiente para que viera lo que estaba pasando y que no me lo estaba inventando. Me sentí muy avergonzada, pero me alegré de que me tomaran en serio».
Un examen interno confirmó el diagnóstico de PGAD de Lorna y el ginecólogo le ofreció medicación, una resonancia magnética y una ecografía transvaginal.
Aunque no hay cura para el trastorno, Lorna toma ahora gabapentina, un medicamento que suele utilizarse para tratar el síndrome de las piernas inquietas, las convulsiones parciales y los sofocos, para reducir la duración de sus episodios.
Por suerte, no ha vuelto a tener un episodio orgásmico maratoniano de 24 horas desde que lo toma, pero esperar a que pase un episodio puede ser agonizante.
«Lo he intentado todo, ejercicios de respiración, autocontrol y sexo», dijo. «Pero la mayoría de las veces nada funciona y sigo sintiendo que estoy al borde de un orgasmo.
«Tengo que cruzar las piernas, sentarme o simplemente tratar de encontrar una posición en la que pueda estar cómoda cuando tengo un episodio, ya que es muy intenso.
«Puede ocurrir en cualquier lugar y no puedo detenerlo. Una vez en un supermercado pude sentir que llegaba un orgasmo y sentí que iba a perder el control. Tuve que agarrarme a las estanterías y al carrito de la compra para apoyarme. La gente me miraba de forma muy extraña.
«En otra ocasión iba caminando por un aparcamiento con mi amiga Janet y ella mencionó a mi novio. Empecé a entrar en pánico y dije ‘¡Janet! No menciones su nombre’, pero ya era demasiado tarde. Ya había empezado a tener un orgasmo, así que corrí dentro de una tienda.
«La presión era inmensa, intenté ir al baño, pensando que me aliviaría, pero no pude.
«Si estoy subiendo las escaleras y noto que viene uno, me quedo congelada en las escaleras o tengo que volver a bajar, sentarme y esperar a que pare.»
El novio de Lorna, Henry, de 48 años, se queda en su casa los miércoles y los viernes cuando tienen sexo para aliviar su condición – pero Lorna dice que el resto del tiempo «es una tortura».
Dijo: «Sólo Henry sabe por lo que estoy pasando y la realidad de vivir con PGAD cada día.
«Sería muy fácil dejar que me impidiera salir de casa, pero estoy decidida a no quedarme atada a ella.
«Puedo sentirme bastante sola, ya que no conozco a nadie más con la enfermedad y no es algo muy conocido.
Pero Lorna admite que la afección está causando un problema en su relación con Henry y dice que no pueden besarse apasionadamente por miedo a «hacerla estallar».
«Si nos besamos, después él cuenta de tres en tres y luego dice ‘ahí está ella'», dijo. «Ahora sólo puede darme un beso en la mejilla por si me enfada».
Lorna está desesperada por una cura, pero dice estar preocupada por lo que ésta pueda suponer para su vida sexual en el futuro.
«No quiero seguir así porque es una agonía y una vergüenza», dijo.
«Y si hubiera un tratamiento para detenerlo lo tomaría aunque una parte de mí estaría preocupada por si dejara de poder tener orgasmos por completo».
«Por un lado estoy harta, pero por otro cuando es increíble ¡querría mantenerlo!»
La PGAD se considera un trastorno raro y puede tener efectos graves en la salud mental de quienes la padecen.
No hay estadísticas sobre el número de personas a las que afecta esta enfermedad, ya que las personas que la padecen se sienten demasiado avergonzadas como para buscar ayuda para ello.
Puede afectar a personas de todas las edades y los síntomas incluyen humedad y picor, así como palpitaciones genitales y excitación sexual incontrolable sin motivo.
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