En 1983, los problemas perceptivos causados por la sensibilidad a la luz fueron identificados por Helen Irlen, una psicóloga educativa, que trabajaba con adultos con dislexia. Descubrió que una disfunción perceptiva visual, no relacionada con las habilidades visuales que normalmente se evalúan mediante un examen oftálmico, puede causar distorsiones con la letra y el entorno.
Irlen sugiere que hay personas cuyo problema no está en el procesamiento de la información sino en la incapacidad de hacerla llegar a través de uno de los canales, es decir, la visión. Afirma que estas personas son muy sensibles a determinadas longitudes de onda y frecuencias del espectro de la luz blanca, lo que provoca una rápida fatiga tras breves periodos de lectura, dando lugar a una discapacidad lectora, dolores de cabeza y estrés. Irlen llamó al conjunto de síntomas de esta disfunción Síndrome de Sensibilidad Escotópica (ahora conocido como Síndrome de Sensibilidad Escotópica/Irlen – SS/IS). El SS/IS es un problema visual-perceptivo que se da en algunas personas con trastornos de aprendizaje/lectura, autismo y otros trastornos del desarrollo.
Los síntomas incluyen:
- Sensibilidad a la luz: Dificultad para concentrarse o incomodidad en la iluminación fluorescente, la luz solar brillante, el deslumbramiento o las luces nocturnas.
- Sensibilidad al contraste y al color: Problemas con el alto contraste, como el negro sobre blanco, los colores brillantes y los motivos recargados, como las rayas y los lunares.
- Poca resolución de impresión: Dificultad para leer la impresión, los números o las notas musicales. Los problemas pueden incluir la impresión que se desplaza, se agita, se desdibuja, se mueve, se duplica, se arremolina, brilla, o desaparece.
- Limitación de la capacidad de reconocimiento: Incapacidad para leer letras, números, notas musicales o palabras en grupo, o para ver juntos los objetos del entorno. Esto se traduce en problemas de seguimiento, de identificación correcta de palabras o de capacidad de lectura rápida o por encima.
- Déficit de atención: Problemas para concentrarse mientras se realizan tareas como leer, escribir, usar el ordenador, mirar e incluso escuchar.
- Poca percepción de la profundidad: Incapacidad para juzgar las distancias o las relaciones espaciales que afecta a la coordinación motriz pequeña y gruesa. Puede ser inseguro o tener dificultades con cosas como las escaleras mecánicas, las escaleras, los deportes de pelota o la conducción.
- Esfuerzo y fatiga: Los síntomas físicos son variados e incluyen, entre otros, fatiga, cansancio, dolores de cabeza, inquietud, distracción e hiperactividad.
Originalmente, el SS/IS se consideraba un subtipo visual-espacial de la discapacidad lectora. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que el SS/IS (en un grado más leve) afecta también a un 20% de la población general. Experimentan dificultades con el entorno de trabajo normal, en particular con la iluminación fluorescente y las pantallas de ordenador, lo que provoca fatiga, fatiga visual, dolores de cabeza, falta de concentración, ineficacia y estrés. El SS/IS puede estar asociado a otros trastornos, incluido el autismo.
En 1993, Donna Williams y su marido se sometieron a una prueba de detección del SS/IS y obtuvieron las lentes Irlen. Aunque Donna era consciente de que veía de forma diferente a los demás, por primera vez pudo experimentar lo grande que era esta diferencia: por primera vez pudo ver las caras de otras personas y el mundo que la rodeaba con claridad y en su totalidad (Williams, 1999).
Aunque los síntomas que muestran las personas con autismo no son diferentes de los de los individuos con problemas de aprendizaje y lectura, los autistas experimentan dificultades perceptivas más graves. La sobrecarga sensorial provocada por las luces brillantes, los fluorescentes, los colores y los dibujos hace que el cuerpo reaccione como si fuera atacado o bombardeado, lo que provoca cambios bioquímicos negativos. Esto puede dar lugar a síntomas físicos como dolores de cabeza, ansiedad, ataques de pánico y agresividad. Para disminuir el estrés provocado por el «bombardeo sensorial», los individuos utilizan sus «comportamientos visuales defensivos»: mirar hacia otro lado, mirar con miradas cortas, mirar a través de los dedos, mirar hacia abajo, o cerrar su canal visual por completo.
Helen Irlen ha desarrollado dos métodos para tratar el SS/IS: el uso de superposiciones de color para mejorar la lectura, y gafas tintadas para mejorar la percepción visual del entorno. El color óptimo es muy individual y depende de la sensibilidad visual-perceptiva única de cada persona. Se cree que las láminas o lentes filtran las frecuencias del espectro luminoso a las que una persona puede ser especialmente sensible. El uso del color parece cambiar la velocidad a la que la información visual es procesada por el cerebro, reduciendo así la sobrecarga y la hipersensibilidad.
El tipo de déficits de percepción visual asociados al autismo es único, y las distorsiones son variadas, impredecibles y cambian constantemente. Bastantes individuos autistas han informado de cambios positivos en su hipersensibilidad visual provocados por los filtros tintados. Los cambios positivos son la percepción con profundidad en lugar del mundo bidimensional, la ausencia de fragmentación de la información visual, la mejora del contacto visual, la capacidad de utilizar varios canales al mismo tiempo (por ejemplo, para ver y oír); la reducción de la sensibilidad a los estímulos auditivos, el aumento de la capacidad de comprensión del lenguaje y la mejora de la coordinación motora pequeña y gruesa. Como la visión se convierte en un sentido fiable, no es necesario utilizar otros sentidos para compensar. Como no hay necesidad de compensar la sobrecarga visual, hay un mejor procesamiento del sonido, el tacto o la conciencia corporal.
El Método Irlen no es una «cura» para el autismo, sino una de las herramientas o estrategias compensatorias para reducir las hipersensibilidades y distorsiones de la percepción visual. Parece que funciona para aquellos cuyos problemas visuales son abrumadores y ayuda a ‘ordenar’ la información visual, reduciendo así la sobrecarga de otros sistemas que solían compensar la visión poco fiable.