La esencia de este deporte
Competitivo hasta el último clavado
En el pasado, las rotaciones de uno y medio a dos y medio desde el despegue hasta la entrada eran el estándar para la prueba de trampolín de tres metros. Sin embargo, los clavadistas modernos aprovechan el rebote que proporciona el trampolín para saltar aún más alto en el aire, lo que les permite completar de tres rotaciones y media a cuatro y media y a veces tres giros antes de llegar al agua.
Como los clavadistas de plataforma no se benefician de ningún rebote del trampolín ni de la altura de su despegue, deben completar una serie de pequeñas y rápidas revoluciones antes de entrar en el agua. En consecuencia, los clavadistas mejor clasificados en la disciplina de plataforma tienden a ser más bajos y potentes, mientras que los de trampolín pueden ser más altos y delgados.
En las pruebas de trampolín y plataforma, los hombres y las mujeres buscan obtener la mayor puntuación total en seis y cinco inmersiones respectivamente. La tabla de clasificación puede cambiar drásticamente, ya que un buceador que va en cabeza hasta la última inmersión puede verse desplazado del primer puesto.
La prueba de plataforma de los Juegos de Pekín 2008 ofreció un ejemplo de este tipo de drama cuando un buceador australiano, Matthew Mitcham, se hizo con el primer puesto sólo después de la sexta y última inmersión, consiguiendo la mayor puntuación individual de la historia olímpica para desplazar a un rival chino que había liderado todo el tiempo pero que terminó con una entrada imperfecta. Puede que cada inmersión dure sólo un instante, pero la competición es emocionante hasta el final.