¿Qué es una vulva empotrada?

Una vulva empotrada, que también puede denominarse vulva juvenil o hipoplásica, es un problema de conformación (formación estructural) que se produce en las perras. En esta condición, la vulva está empotrada dentro de, o parcialmente oculta por, los pliegues circundantes de la piel.

Se cree que una vulva empotrada tiene una base genética, aunque esto no se ha determinado definitivamente. La condición es más común en perros de razas medianas y grandes, especialmente en individuos con sobrepeso.

¿Cuál es el significado de una vulva empotrada?

Algunos perros pueden tener una vulva empotrada durante toda su vida sin experimentar nunca ningún efecto visible. El diagnóstico puede ser un hallazgo puramente incidental en un examen físico de rutina.

En otros perros, sin embargo, una vulva empotrada puede predisponerlos a la vaginitis y / o infecciones del tracto urinario. Los pliegues de la piel alrededor de la vulva pueden atrapar la humedad cuando el perro orina. Esta humedad, combinada con el calor del cuerpo del perro, puede facilitar la proliferación de bacterias en esta zona. Estas bacterias pueden afectar a los pliegues de la piel alrededor de la vulva (dermatitis perivulvar), migrar a la vagina (dando lugar a vaginitis), o migrar hacia el tracto urinario (dando lugar a una infección del tracto urinario o de la vejiga).

¿Cuáles son los signos clínicos de una vulva empotrada?

Los signos clínicos de una vulva empotrada varían, dependiendo de cada perro. Algunos perros con una vulva empotrada no muestran signos clínicos. Otros pacientes pueden estar afectados más severamente.

«Los signos clínicos de una vulva empotrada varían, dependiendo de cada perro.»

En muchos perros afectados, los signos clínicos están relacionados con la inflamación y la infección dentro de los pliegues de la piel que rodean la vulva. Los perros afectados pueden ser vistos escabulléndose (arrastrando la vulva por el suelo, en un intento de aliviar el picor) o lamiéndose excesivamente la vulva. En algunos casos, los propietarios notan un olor desagradable procedente de la zona de la vulva de su perro; este olor se asocia a una infección. Los perros afectados también pueden sufrir incontinencia, perdiendo pequeñas o grandes cantidades de orina cuando duermen.

En otros casos, una vulva retraída provoca infecciones del tracto urinario. Los signos de una infección del tracto urinario pueden incluir accidentes urinarios en un perro previamente entrenado, esfuerzo para orinar, sangre visible en la orina o un olor desagradable en la orina. Esto puede ocurrir además de los signos de inflamación del pliegue de la piel descritos anteriormente, o los signos de infección del tracto urinario pueden ser los únicos signos clínicos.

¿Cómo se diagnostica una vulva empotrada?

Una vulva empotrada puede ser diagnosticada por su veterinario en un examen físico. En un perro con una vulva empotrada, la vulva no se puede ver porque está cubierta por pliegues de piel superpuestos. Un examen más detallado puede revelar la humedad acumulada y los residuos dentro de los pliegues de la piel que rodean la vulva.

«Una vulva empotrada puede ser diagnosticada por su veterinario en un examen físico.»

Su veterinario probablemente realizará pruebas de diagnóstico adicionales para determinar qué efectos, si los hay, está teniendo la vulva empotrada en la salud de su perro. Estas pruebas pueden incluir análisis de sangre (un recuento completo de células sanguíneas y un perfil bioquímico del suero), un análisis de orina (para evaluar la composición de la orina), un cultivo de orina (para identificar las bacterias presentes en la orina), y/o imágenes de la vejiga, incluyendo radiografías (rayos X) o ultrasonido, para evaluar la presencia de cálculos en la vejiga y otras anomalías de la vejiga.

¿Cómo se trata una vulva empotrada?

Muchos perros con una vulva empotrada desarrollan infecciones bacterianas que requieren tratamiento. Los antibióticos utilizados para el tratamiento varían en función del tipo y la gravedad de la infección. En el caso de una infección cutánea leve, los antibióticos tópicos pueden ser eficaces. En el caso de vaginitis, infecciones de la vejiga, o infecciones de la piel más graves, a menudo se requieren antibióticos orales.

«Muchos perros con una vulva empotrada desarrollan infecciones bacterianas que requieren tratamiento.»

Una vez que la infección ha sido tratada, es importante considerar las opciones para abordar el defecto de conformación subyacente. Este es especialmente el caso cuando un perro experimenta infecciones recurrentes, o infecciones que no parecen resolverse con una terapia antibiótica adecuada. Si el defecto de conformación subyacente no se aborda de alguna manera, las infecciones seguirán reapareciendo con frecuencia.

Hay dos opciones de tratamiento principales para una vulva empotrada:

  1. Manejo médico. En los perros que sólo están levemente afectados, los tratamientos tópicos con champús o toallitas medicinales pueden ser suficientes para mantener a raya los signos y prevenir las infecciones secundarias. La pérdida de peso también puede ser beneficiosa, especialmente en perros con sobrepeso, al disminuir el tamaño de los pliegues de grasa/piel que rodean la vulva.
  2. Tratamiento quirúrgico. En los perros que están más gravemente afectados, o que no responden al tratamiento médico, se puede considerar una vulvoplastia o episioplastia. Este procedimiento corrige el defecto de conformación y restablece la conformación normal de la vulva. Consulte el folleto «Vulvoplastia (Episoplastia)» para obtener más información sobre este procedimiento.

¿Cuál es el pronóstico de una vulva empotrada?

El pronóstico de esta afección depende de su gravedad y de la opción de tratamiento que se intente. En general, los perros que reciben una vulvoplastia experimentan una mejora significativa de sus signos clínicos. En las perras tratadas únicamente con tratamiento médico, el pronóstico depende de la gravedad de la afección.

Contribuidores: Catherine Barnette, DVM

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