Un quiste subcondral de gran tamaño y localización atípica en una articulación de cadera osteoartrítica: informe de un caso

Un hombre turco de 74 años fue remitido a nuestra consulta externa por dolor en la cadera derecha sin antecedentes de traumatismo. Había experimentado un fuerte dolor en la ingle al cargar peso, con un grado variable de dolor en reposo, durante los últimos 45 días. Sólo podía caminar con la ayuda de muletas. Su historial médico no era destacable.

En la exploración física, estaba afebril y tenía una presión arterial de 120/80mmHg. Sus rangos de movimiento activo (ROM) para ambas caderas estaban restringidos en todas las direcciones y el ROM pasivo de la cadera derecha era doloroso en flexión, abducción y rotación interna. El resultado de una prueba de Thomas fue positivo para la cadera derecha.

Las radiografías de pelvis anteroposterior y de pierna de rana (Figura 1) mostraban regiones lucentes y escleróticas tanto en el fémur como en el acetábulo con pérdida de la distancia articular y aplanamiento especialmente en la cabeza femoral derecha, lo que indicaba una coxartrosis degenerativa grave. La resonancia magnética (RM) reveló una lesión quística localizada en la cara medial del hueso ilíaco, que tenía una cápsula uniformemente delimitada y contenía estructuras de tipo serpentina (Figura 2A,B). En una imagen de resonancia magnética axial (Figura 2C), se observaba que la lesión quística llegaba anteromedialmente a la articulación de la cadera y había erosionado el acetábulo adyacente. Los resultados de una ecografía abdomino-pélvica indicaban una hepatosteatosis de grado I y un quiste cortical calcificado de 40 mm situado en el polo superior del riñón derecho. Los resultados de las pruebas de laboratorio estándar revelaron un nivel normal de hemoglobina (13,1g/dL), hematocrito (38) y recuento de glóbulos blancos (6,48mm3/μL). Los resultados de las pruebas funcionales del riñón y el hígado, así como otros análisis bioquímicos de la sangre, fueron normales.

Figura 1
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Radiografías anteroposteriores (A) y de pierna de rana (B) de la pelvis que muestran cambios escleróticos en ambos acetábulos, pérdida de la distancia articular, osteofitos y cambios degenerativos en ambas caderas, que indican una coxartrosis degenerativa grave.

Figura 2
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Resonancia magnética coronal (A y B) y axial (C). Resonancia magnética coronal con contraste en T2 (A) y en T1 (B) que muestra una lesión quística localizada en la cara medial del hueso ilíaco derecho. El quiste se asocia con el acetábulo adyacente (flecha blanca) en la resonancia magnética axial saturada de grasa (C).

Se recomendó la cirugía para la extirpación de la lesión quística, que se realizó bajo anestesia general. Nuestra paciente se acostó en posición supina y se realizó una incisión ilioinguinal anterior en la cadera derecha. Se identificó el intervalo entre el tensor de la fascia lata y el músculo sartorio. El nervio cutáneo femoral lateral se retrajo lateralmente. La disección se extendió proximalmente para exponer la superficie medial del hueso ilíaco. El músculo recto femoral no se cortó desde su unión a la parte superior del borde acetabular, sino que se retrajo lateralmente. Se identificó el músculo ilíaco y se separó de la superficie medial del hueso ilíaco. Se identificó la lesión quística. No había adherencias entre la membrana del quiste y los tejidos blandos circundantes. Sin embargo, estaba asociada a la pared acetabular anteromedial y había erosionado el acetábulo adyacente. La lesión quística se resecó en bloque y se examinó en el quirófano sobre la mesa quirúrgica. Se expuso material necrótico calcificado en el quiste.

Nuestra paciente tuvo un curso postoperatorio sin complicaciones. La profilaxis postoperatoria de antibióticos intravenosos, consistente en una cefalosporina de primera generación (cefazolina, 1g cada ocho horas) y un aminoglucósido (gentamicina 5mg/kg/día) se continuó 48 horas después de la cirugía y se administró profilaxis con heparina de bajo peso molecular durante 10 días. Se iniciaron ejercicios activos y pasivos de ROM de la cadera al segundo día del postoperatorio con movilización en muletas, y fue dado de alta del hospital al tercer día del postoperatorio. En la tercera semana del postoperatorio se permitió la carga completa de peso sin apoyo. Los resultados histopatológicos de las muestras de tejido fueron consistentes con un quiste osteoartrítico que contenía tejido condroide degenerativo calcificado y necrótico y trabéculas óseas (Figura 3).

Figura 3
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Investigación histopatológica de la lesión quística (A) y de la membrana del quiste (B). La investigación histopatológica de la lesión quística (A) muestra trabéculas óseas necróticas y tejido condroide (tinción de hematoxilina y eosina, ×400). Vista histopatológica de la membrana del quiste (B) (tinción de hematoxilina y eosina, ×200).

No hubo complicaciones como infección y necrosis cutánea durante el periodo de seguimiento. En el seguimiento final (4 meses después de la operación), nuestro paciente fue evaluado clínicamente. El ROM activo de ambas caderas estaba restringido como en el preoperatorio. Sin embargo, sólo tenía un ligero dolor en la cadera derecha y podía caminar sin apoyo. En vista de los resultados radiológicos, se recomendó una cirugía primaria de reemplazo total de cadera para ambas caderas.

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